Ⅱ Manifiesto: Del miedo al olvido.



El olvido, el robo de logros, las correcciones, la imparable necesidad por censurarnos y la eterna opresión sistemática. Eso a lo que yo llamaría "miedo".

 

Su constante pavor y necesidad por el dominio, el poder y toda la atención, con ello su búsqueda constante por tratarnos como a "nada", no digo nadie porque para ellos no somos más que un objeto de servicio y consumo, una vil mercancía, una moneda de cambio o un simple cuerpo.

 

Hasta hoy hemos adquirido una poca de voz, poca porque no tenemos ni la mitad de fuerza ni credibilidad que ellos, nuestra voz, opinión e ideales se encuentran en eterna duda. Consideremos que las oportunidades no fueron y no son las mismas, mientras ellos tenían acceso a todo y eran dueños del mundo, se consideraba apenas si nosotras deberíamos tener "voto", luchábamos por derechos que para iniciar no deberíamos haber exigido.

 

La diferencia abismal a causa de nacer y ser socializadas cómo mujeres, esa la raíz de nuestras dolencias, la refriega, la diferencia y el olvido.

 

Para el patriarcado nunca hemos sido lo suficiente para ser nombradas, para que nuestros nombres sean recordados y nunca borrados, pero irónicamente si hemos sido lo suficiente para ser señaladas, apedreadas, acusadas y perseguidas cómo brujas por nuestra capacidad y sabiduría, puestas a la hoguera por temor; su temor a ser opacados, porque una mujer fuera más capaz o tuviera más conocimiento que el de ellos, porque ganase premios, obtuviera nuevos descubrimientos; más siempre hemos sido borradas y nuestros logros atribuidos a un hombre, porque claro "siempre hemos estado mejor representadas por un hombre".

 

Miedo a nuestros nombres, miedo a nuestras capacidades, ingenio, destreza e inteligencia, y pavor, un tremendo pavor a que obtengamos nuestra completa emancipación.

 

Estoy cansada de todo este odio, cansada de nuestro constante borrado, de las nuevas maneras para silenciarnos, harta de las injusticias contra mis ancestras; mi mayor deseo es conocer el nombre de más mujeres, conocer sobre su historia y sus aportaciones; porque pareciera que este es solo un mundo de hombres, pero a decir verdad merecemos nombrar y ser nombradas, recordadas y galardonadas.

 

Puedo garantizar que todo lo anterior no es ni fue casualidad sino causalidad, por lo tanto, exhorto a todas y cada una de nosotras a tomar la historia en nuestras manos, hacernos y elegirnos cómo las protagonistas de nuestras vidas e historias; dejemos los temores y miedos para ellos y salgamos orgullosas cada día de quienes somos.

 

Y tal como ellos hicieron, quememos en la hoguera los sobrenombres: “las histéricas”, “las locas”, “las otras”, que ardan las injusticias, ¡que ardan!, Y que nuestra historia sea reescrita en nuestras y solo en nuestrAs manos.

 

Porque siendo libres, completamente libres nuestra historia sería otra.

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