Cuando Zaratustra bajó de las montañas, empezó a predicar, pero nadie estaba dispuesto a escuchar su discurso tan lleno de profundidad y sabidurÃa, y a pesar de ello, tenÃa sobre sÃ, cierta ingenuidad. Al llegar a una plaza, fue sorprendido por un alambrista que, dando malabares, llenó la plaza de espectadores. Zaratustra sorprendido, no dejó de pensar que aquel malabarista era un maestro. Después de un mal paso, el malabarista termina en el suelo y todos sus espectadores se disipan, dejándolo tendido ahÃ. Por admiración y consternación, Zaratustra lo levanta y se lo lleva sobre sus hombros hacia el bosque, tocando la puerta de una cabaña en la que vive un hombre ciego. Cuando toca la puerta, desde el interior le preguntan: "¿Quién es?"; "Un vivo y un muerto", contesta Zaratustra. "Platica" con el muerto durante toda la noche, al despertar, lo mira y se dice: "Es inútil platicar con los muertos", para proceder a enterrarlo.
Esa obra maestra de Federico Nietzsche, anticipa la condición de la sociedad contemporánea y la banalidad lúdica de las mayorÃas, sobre el despertar de conciencia de las minorÃas, a las que llaman locas.
Los Zaratustras, aquellos que llevan sobre sà la sabidurÃa y conocimientos especializados, ven con decoro, cómo un puñado de alambrista revestidos de influencers y opinologos, reivindican sobre sÃ, como dirÃa el Rockdrigo, conocer la neta y la locura, aunque en el fondo, lo que prevalece es ignorancia y superficialidad en un discurso hueco que busca aprobación a partir de la distorsión de la verdad y la objetividad, sobre un "voga" a la percepción individual.
En el libro "Cómo filosofar a martillazos", sentenciaba Nietzsche: "cuando alguien evade la realidad, es porque algo le duele". No cabe duda que nos estamos alejando cada vez más de la realidad para ensayar una virtualidad que niega a la realidad misma, incluso en la economÃa. Ahora, la economÃa real está siendo opacada por la economÃa financiera. ¿Qué le duele a nuestra generación que desprecia dÃa a dÃa la realidad y la opaca con kilos de maquillaje virtual en cantidad de filtros? ¿Por qué la verdad se diluye en la percepción y la afirmación de que existen tantas verdades como personas? ¿Por qué las universidades en la actualidad, son las principales asesinas del método cientÃfico?
Para muchos, desde el pensamiento filosófico, Nietzsche es el padre de la posmodernidad, por su famosa frase "Dios ha muerto", y que Francois de Lyotard tomara para afirmar el fin de los metarrelatos. Sin embargo, la esencia del super hombre nitzschiano, está cada vez más alejado de la sociedad contemporánea, asà que, tanto su Zaratustra como sus demás libros, demuestran que el hombre posmoderno de Nietzsche, nada se parece al actual, es antitético y contradictorio. Pareciera que incluso fue profeta de su misma obra, cuando en Ecce Homo, sentencia "mis letras no son para este tiempo", y es que es tan evidente que para el nuestro tampoco.
HabrÃa qué repensar lo que hoy se vive como ultra modernidad y empezar a rescatar la Praxis de Zaratustra, enterrando a todos aquellos alambristas que sólo muestran la superficie, opacando la compleja profundidad de una sociedad que se encuentra al borde del colapso y no lo sabe, porque los cambios en la estructura social son inevitables, la diferencia es que, en las antiguas formaciones sociales, los cambios venÃan de los hombres conscientes, aunado a las distintas fuerzas de poder. En la actualidad, lo que está en juego es el mercado, y quien mueve las piezas, es el poder, mientras aquel que lo ignora, no deja de mirar al alambrista a través de su pantalla. Asà se mueve la posmodernidad, o mejor dicho, parafraseando al sociólogo Pablo Gaytán, la pus modernidad. Que Dios nos agarra confesados y nos libremos del ELLO, leyendo El Anticristo de Nietzsche, para revivir los metarrelatos.
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