Para fomentar
el sentimiento de pertenencia nacional y destino común se desenterraron e
inventaron las mitologÃas. El escritor Nicolás Shumway tiene un libro que se
llama La invención de la Argentina, en que llama a estas
mitologÃas las ficciones orientadoras. Estas ficciones
orientadoras, alentaron a las grandes comunidades europeas a llevar el nombre
que hoy ostentan: Alemania, Francia, Inglaterra, Suecia, etc. Uno de los
máximos ejemplos son las ficciones orientadoras angloamericanas es el
destino manifiesto, y la idea de que Estados Unidos es el paÃs que debe
sacar al resto del mundo de entre sus tinieblas y llevarlo hacia la luz por
medio de la copia o imposición de sus instituciones polÃticas, educativas,
judiciales, legislativas; asà como su sistema económico. Además, dispone de
todos los medios modernos masivos de comunicación y, de esta manera, impone un
mundo a su imagen y semejanza.
Una de las
grandes ficciones orientadoras o construcciones sociales es la idea de pueblo.
Todo se hace en nombre del pueblo, pero nadie ha visto al pueblo. Nadie sale a
la calle y dice, hola pueblo como te va. El pueblo es una abstracción sumamente
importante porque justifica a todos los gobiernos capitalistas, como el de USA
o México o cualquier otro que sea capitalista o colonia o satélite de estos
paÃses potencias económicas. Es una ficción mitológica orientadora importante
que conduce, manipula en muchos sentidos. Somos hijos ideológicos del
liberalismo, estamos hablando de la Ilustración europea, de ahà la idea de un
pueblo de ciudadanos, soberano, que más adelante se incorpora en las
instituciones.
BibliografÃa Nicolás Shumway, La invención de la
Argentina
fotografÃa tomada de la red, creditos a quien
correspondan
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