LA EDUCACIÓN PARA LA REVOLUCIÓN EN EL CHE



 

 

I

Cuando se hable de los decididos,

de los que salen a mostrar la cara,

por la miseria de los oprimidos,

estaremos diciendo Che Guevara.

Carlos Puebla

 

Pocas veces en lo que lleva de vida humana se puede sintetizar el proceso histórico en la figura de un hombre. Pocas veces nos puede dejar anonadados y nos puede inspirar tanto el acto y teoría de un personaje, pocas veces un ser es digno de ser puesto como ejemplo de vida y muerte, pocas, muy pocas. Podemos hablar de Gandhi, de Cristo, de Zapata, del Che, sí, del Che. Ernesto Guevara de la Serna, de origen Argentino, pero de práctica y corazón internacional, nos enseñó que la dignidad humana es el principio más elemental del hombre, y que la libertad debe buscarse con grandes dosis de amor. 

Efectivamente, el motor de la causa Guevarista es su amor a la humanidad. Cuando nos preguntamos el por qué un hombre puede ser capaz de dar su vida por los demás, nuestra visión occidental/capitalista nos ciega y nos lleva a ver lo que no existe. Por ejemplo, el sentido común nos llevaría a afirmar que Guevara no tenía más intenciones que el poder por el poder. Los que así piensan están inmersos en el fango de la enajenación, son los mismos que empuñan la bandera de Hobbes, Malthus y otros que afirmaban y siguen afirmando que el hombre es el lobo del hombre. Si así pensamos ¿qué sentido tiene la vida? Sin embargo y para sorpresa de ellos, la realidad es distinta, y la historia nos ha mostrado que muchos hombres honestos creen en el hombre, y lo profesan con su amor al mismo.

 Después de la segunda Guerra mundial, un grupo de intelectuales y académicos se preguntaron por qué el hombre es capaz de matarse y matar, pretendiendo rescatar la esencia humana como alternativa, se autonombraron humanistas. Sin embargo, ese adjetivo es tan solo peyorativo y falso, en tanto que el verdadero humanista lo demuestra con sus actos y no obedece a modismos teóricos, impulsando en su discurso lo obvio y necesario, es decir, el hecho de ser humanista en la práctica. Por ejemplo, Cristo nunca se dijo humanista, pero ha sido uno de los más grandes humanistas de la historia, no así Benedicto XVI, quien se autonombra humanista y participó en las filas Hitlerianas. El Che ha sido un ejemplo de hombre, un humanista real. Pongamos atención a la siguiente cita: 

¿Cuáles son los valores éticos que Guevara invoca explícitamente que inspiran su lucha revolucionaria y su ideal del hombre nuevo? 

El valor supremo de todo humanismo no puede ser otra cosa que la misma humanidad: “La vida humana no tiene significación sino durante el tiempo, y en la media en que está al servicio de algo infinito. Para nosotros, la humanidad es ese infinito. 

…la humanidad es el valor universal, la totalidad concreta que integra y sobrepasa el individuo y la nación como momentos parciales, y que se identifica, en último análisis con el proletariado mundial (Lowy 2004:31). 

 

En el Che, los problemas de la humanidad eran problemas propios, porque él se asumía como humano. El problema dialéctico entre la conciencia en sí y la conciencia para sí en Guevara había sido superado. Él se asumía como humano, y en tanto tal aceptaba su responsabilidad histórica de ya no sólo interpretar la realidad, sino transformarla, y esta transformación sería a favor de la humanidad misma. Estaba consciente de eso, así lo expresa en la carta enviada a sus hijos: 

Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones. 

Acuérdense que la revolución es lo importante, y que cada uno de nosotros, solo no vale nada. Sobre todo, sean siempre capases de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Esa es la cualidad más linda de un revolucionario (Guevara [c] 391-92). 

 

Si algo ha dejado como legado, ha sido la coherencia entre el actuar, pensar y hablar, esa coherencia de aspectos que nos hacen ser, nos dan una idea de la calidad humana y dignidad que poseía. Bien plantea -y no solo en el discurso sino en la práctica-, que uno es en tanto neguemos al otro, así, en esa relación dialéctica al estilo Hegeliano, Guevara nos demuestra la tesis Freiriana de que el hombre es un ser inacabado, en constante transformación, producto de su educación con los otros. La otredad era la expresión más elevada del Che, el acto de amor más significativo de todo revolucionario, es decir, de todo humano que se asume como tal y que se respeta. Sólo a partir de la otredad podemos entender la voluntad de vivir o morir buscando la libertad de todos que somos uno.

 



 

II

Cuando se hable de la luz creadora, 

cuya fuerza inmortal la noche aclara, 

hasta tornarla en una nueva aurora, 

estaremos diciendo Che Guevara. 

Carlos Puebla 

 

 

La práctica rebelde Guevarista por cualquier vertiente analizada, es sobre todo una práctica pedagógica y educativa eminentemente dialéctica. Che, como buen Marxista, reconoce la importancia de la teoría en la transformación de la realidad social, por lo tanto, no disocia la posibilidad de generar una práctica a partir de una realidad concreta, como podemos leerlo a continuación:

…la revolución puede hacerse si se interpreta correctamente la realidad histórica y se utilizan correctamente las fuerzas que intervienen en ella, aún sin conocer teorías. 

Es claro que si los dirigentes tienen, antes de la acción, un conocimiento teórico adecuado, pueden evitarse tantos errores, siempre que la teoría adoptada corresponda a la realidad (Guevara [a]:201).

 

La tesis guevarista de que no es necesario esperar a que las condiciones estén a favor del movimiento revolucionario para actuar, sino que hay que crear estas condiciones, nos remite a pensar en la visión que él tenía sobre el hombre mismo, y que no dista en lo absoluto de la postura Marxista y Freiriana: Los hombres son sujetos inacabados, productos de la historia sí, pero hacedores de la misma. De ahí que no existe contradicción alguna en la postura del Che cuando afirma que se puede actuar sin teoría previa, pues toda teoría es producto de una realidad, y es la teoría en última instancia la que puede modificarse, si no explica una realidad concreta, pero también la teoría puede orientar en la transformación y modificación consciente de la realidad. 

Cabe hacernos una pregunta, ¿cuál sería para Guevara el objetivo de una revolución social, y qué papel juega la educación para tal fin? La pregunta es muy tentadora, pues las respuestas pueden ser muchísimas, la más común que podría hacerse, sería el hecho de afirmar que es la instauración de un socialismo. Efectivamente, puede ser esa una respuesta acertada, sin embargo, para que existe un socialismo no sólo deben cambiarse la infraestructura y superestructura de una nación, sino que además -a decir del Che-, debe generarse la premisa más importante: Un hombre nuevo. El Che lo plantea de la siguiente manera: 

Nuestra libertad y su sostén cotidiano tienen color de sangre y están henchidos de sacrificio. Nuestro sacrificio es consiente; cuota para pagar la libertad que construimos. 

El camino es largo y desconocido en parte; conocemos nuestras limitaciones. Haremos al hombre del siglo XXI; nosotros mismos. 

Nos forjaremos en la acción cotidiana, creando un hombre nuevo, con una nueva técnica. 

La personalidad juega el papel de movilización y dirección en cuanto que encarna las más altas virtudes y aspiraciones del pueblo y no se separa de la ruta. 

La arcilla fundamental es la juventud, en ella depositamos nuestra esperanza y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera (Guevara [d], 412 – 13). 

 

El Marxismo del Che no sólo rompe con el Marxismo Estructuralista al estilo de Louis Althuser, sino que además, apuntala una armonía entre la estructura social y el sujeto. Así pues, sujeto social individual y sujeto social colectivo no se contraponen, se complementan, porque así está siendo la realidad, así es la totalidad social. Esta relación dialéctica estructura sujeto-sujeto, sujeto-estructura, son posibles entre muchas otras cosas por un acto eminentemente humano: El proceso educativo. Este proceso educativo tiene un plus, la acción consciente del revolucionario vuelta una consciencia en sí. 

 

 



III

 

Cuando se hable del deber profundo,

de la lucha ejemplar que nuca para,

por conseguir el pan de todo el mundo, 

estaremos diciendo Che Guevara. 

Carlos Puebla 

 

 

Cuando mencionamos proceso educativo, viene a nuestra mente automáticamente educación, y propósito, objetivo o fin de la misma, por lo que debemos aclarar qué concepción tenía Guevara de la educación, pero antes de eso, revisemos una de las posturas más difundidas con respecto a lo que es educación. Desde el pensamiento positivista, el fin de la educación es la transmisión de valores comúnmente aceptados para la conservación de la sociedad misma. Leamos a Durkheim: 

La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que todavía no están maduras para la vida social. Tiene por objeto suscitar y desarrollar en el niño cierto número de estados físicos, intelectuales y morales, que exigen de él la sociedad política en su conjunto y el medio especial al que está particularmente destinado (2006:47). 

 

Como hemos leído, el objeto de la educación para Durkheim es la transmisión de pensamientos, valores, normas, principios, etc., de las generaciones antiguas a las nuevas, pero no sólo eso, sino que dichos comportamientos están en función de la exigencia social y política. Hablando de la época actual, nos vienen a la mente los siguientes valores: competitividad, individualismo, eficiencia, eficacia, consumismo, empleabilidad, etc. Sin embargo, la postura anterior quita de facto la posibilidad histórica de los sujetos de ser transformadores y hacedores de su historia, y además la niega al pretender justificar al estilo de la filosofía positiva de Augusto Comte, que las leyes sociales son eternas e inmutables. Bien, precisamente esta es una de las razones por las cuales Guevara creía que en ocasiones las teorías no explican a la realidad, y que por lo tanto era necesario partir de la realidad misma. Regresando a la postura positivista, podemos afirmar que niega al sujeto social individual, y que tiene como fin educativo la domesticación del hombre para el beneficio del mercado ahora internacional. Sólo basta echar un vistazo al sistema de competencias para darnos cuenta de lo aquí planteado.

Ernesto o el Che, como se le conoce mayormente, tenía una postura muy distinta de la labor educativa, para él, la educación debería llevarnos a la construcción del hombre nuevo, aquel hombre pleno y libre. Empero, el proceso educativo no sería en función de la transmisión de pautas de conducta de una generación a otra, sino la obra de la relación armónica y conciencia de clase de obreros y campesinos en la praxis revolucionaria. Atención a la siguiente cita: 

La liberación del hombre y la realización de sus potencialidades no pueden realizarse más que por la revolución proletaria que abole la explotación del hombre por el hombre e instaura la dominación racional de los hombres sobre sus procesos de vida social. 

 

Sigue: 

Es el propio pueblo el que debe llegar a ser “el creador de su historia y el dirigente de su historia, donde llega a construir la felicidad con sus propias manos”. 

...La emancipación de los rajadores, será la obra de los trabajadores mismos (Citado por Lowy 2004: 15, 23). 

 

Las anteriores citas nos llevan a pensar en la pedagogía del oprimido de Paulo Freire, particularmente en su tan acertada tesis: Nadie educa a nadie, todos nos educamos entre todos (Freire 2006). Efectivamente, tanto en el Che como en Freire, la educación debe ser parte de ese proceso que nos llevará a sacar al hombre de su enajenación, pero ese proceso y esa acción, será producto sólo de los hombres conscientes de la necesidad histórica de ser libres. En la medida en que el hombre se sensibilice, en la medida en que se asuma como parte de un proceso histórico, en la medida que se asuma como parte de una clase social y vuelva esa conciencia en sí, en una conciencia para sí, en esa medida será más pleno y libre. 

Para Guevara, la educación es punto de partida y de llegada para la creación de ese hombre, pero esa educación no culmina en las aulas, sino en la acción misma, en el hacer y ser revolución y revolucionario, en la relación dialéctica entre el sujeto individual y el pueblo. La expresión más clara de lo antes mencionado la podemos ver en la carta que escribe a su hija Hildita, fechada el 15 de Febrero de 1966, y de la cual citamos algunas líneas: 

Acuérdate que todavía faltan muchos años de lucha, y aun cuando seas mujer tendrás que hacer tu parte en la lucha. Mientras, hay que prepararse, ser muy revolucionaria, que a tu edad quiere decir aprender mucho, lo más posible, y estar siempre lista para apoyar las causas justas. 

Debes luchar por ser siempre de las mejores en la escuela. Mejor en todo sentido, ya sabes lo que quiere decir: estudio y actitud revolucionaria, vale decir buena conducta, seriedad, amor a la revolución, compañerismo, etc. (Guevara [c]: 392). 

Así, en el Che la educación debe ir inmediatamente encaminada al bien común, y este bien común no es más que la expresión más alta del revolucionario. El revolucionario se educa en el pueblo y por el pueblo, y es a éste último a quien debe llevar a cabo el proceso educativo en la transformación de un hombre nuevo: Aquel que tenga un gran amor por la humanidad. El revolucionario al hacer revolución hace educación, y al hacer educación hace revolución. 

 



 

IV

Cuando se hable del valor estoico, 

de la vida cabal, profunda y clara, 

sin mencionar al guerrillero heroico, 

estaremos diciendo Che Guevara. 

Carlos puebla 

 

A modo de conclusión, podemos afirmar que parte del legado que Guevara nos dejó con sus actos, sus palabras y pensamiento, es la responsabilidad histórica de construir al hombre del siglo XXI. Ese hombre del siglo XXI somos nosotros; el artesano, el chavo banda, el gay, el clero consecuente, el estudiante, el maestro, el albañil, el paletero, el indígena, el espejo que cada uno de nosotros podamos ver. Nos dejó enseñanzas grandes como “que en una guerra se muere o se vive si es verdadera”, que no hay mayor amor que entregarse en cuerpo y alma por las ideas justas y las prácticas que en conjunto nos llevarán a una sociedad sin clases, alejada del egoísmo, alejada de la enajenación, alejada de todo aquello que impida la libertad y plenitud del hombre. No así, más cerca del humano, del hombre nuevo, del hombre que es, en función del otro, del hombre que se reconoce así mismo solo en la medida que se reconoce y lleva a la práctica su compromiso social. 

En esta era global, te recordamos Ernesto, y concordamos en que es urgente la creación de un hombre nuevo, más sensible, sabemos que el futuro de la humanidad está en peligro y que son los hombres de conciencia quienes tienen la responsabilidad histórica de no dejar en desamparo a los que vienen, porque así nos lo enseñaste con tu ser profético cuando mencionabas las siguientes palabras: <<Plantearse siempre los grandes problemas de la humanidad como si fueran problemas propios. La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos>>.

Hoy decimos que tienes razón, que nuestra responsabilidad histórica está en nuestras manos y que nos sabemos como tú, sujetos inacabados, que sabemos que la lucha empezó hace tiempo, y que los caminos son largos. Nos enseñaste algunos caminos, ahora los recordamos y nos los apropiamos, ahora caminamos con tu bandera a cuestas. 

 

 

Referencias: 

- Guevara, Ernesto (1977 [a]). Ernesto Che Guevara. “Escritos y discursos”, Tomo 4. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, Cuba. 

- ___________ [b]. Ernesto Che Guevara. “Escritos y discursos”, Tomo 7. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, Cuba. 

- ___________ [c]. Ernesto Che Guevara. “Escritos y discursos”, Tomo 9. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, Cuba. 

- ___________ (1975 [d]). El Socialismo y el Hombre, en; De Espartaco al Che y de Nerón a Nixon. Editorial Pueblo Nuevo. México. 

- Durkheim, Émile (2006). Educación y Sociología. Colofón. México.

- Freire, Paulo (2006). Pedagogía del Oprimido. S. XXI. México. 

- Lowy, Michael (2004). El pensamiento del Che Guevara. S. XXI. México. 

- Sánchez, Adolfo (1999). De Marx al Marxismo en América Latina. ITACA/BUAP. México.

 

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