Si los monumentos hablaran


Todos los años, los 8 de marzo recibo felicitaciones, comentarios, mensajes sobre lo que ese día representa o incluso lo que debería representar para mí como mujer, como feminista, como trabajadora y ¿por qué no? como escritora. 

Hoy hago uso de un derecho que solamente se debe a la lucha que iniciaron hace muchísimos años otras mujeres que al igual que hoy, lucharon por conseguir trato digno. Dichas mujeres lograron un lugar para mí en la escuela, en la sociedad, en las calles y que todavía lo siguen haciendo. 

Es por ello que el día de hoy, como muchas saldré a la calle a marchar, para recordarlas y honrarlas, en una conmemoración por aquellas mujeres que dieron su vida para que yo pudiera estar aquí.

Por si no lo saben, yo crecí en La Paz Baja, California, Sur, una ciudad hasta cierto punto pacífica y tranquila donde cada año las cosas van cambiando y que desgraciadamente no siempre son para bien.De alguna forma esto se relaciona con la mujer de piedra que aparece encabezando este artículo.

Hoy 8 de marzo de 2022, el Monumento a la Madre amaneció con un pañuelo morado.  Pero antes de que empiecen a dar de gritos con los clásicos "¡ay el monumento!" "¡esas no son formas!" o la bien sabida "¡piden respeto y no respetan ni su ciudad!" quiero contarles algo.

Por primera vez en los 30 años que soy consciente de este monumento, me he detenido a analizar las formas en las que ha cambiado con los años. No siempre ha sido así como en la fotografía.

Cuando yo era niña, sus brazos estaban propiamente ligados a su cuerpo, ahora, esta Venus sudcaliforniana carece de ellos, e incluso si observan con atención, uno de ellos puede verse tirado a su lado. Durante los miles de viajes que hice por esa zona, pues era la ruta más utilizada por mi madre para llevarnos a la escuela, observaba tan rápido como me era permitido y siempre pensé que le faltaba algo.

Aproximadamente cuando yo estaba en secundaria, alguien tuvo la idea de repararlo y colocar en sus brazos la pieza que al parecer faltaba desde hace varios años: un bebé hecho de metal, de forma abstracta y que me pareció ejemplar.

Hoy después de tantos años fuera de la ciudad, regreso y observo que la pieza de metal no está y que los brazos lucen rotos, ausentes. El bebé de metal probablemente ya fue fundido en algún lugar de compra-venta de metales. 

Me  impresiona que alguien o un grupo de personas, probablemente con más fuerza que yo, se sintieron capaces y con el derecho de robarse la pieza. 

Este monumento y su metamorfosis es literatura pura, un poema, un manifiesto, una realidad que narra la historia de mi ciudad.Y no es el único; es uno entre varios de los más de 25 monumentos y esculturas que registró el escritor Juan Cuauhtémoc Murillo Hernández en su libro De la memoria al olvido: Monumentos y esculturas en la ciudad de la Paz Baja, California, Sur, que han sido intervenidos en señal de protesta. 

Y antes de que vengan aquí a molestarse por ello, antes de que el Estado vaya "rápida y eficientemente" a quitar los pañuelos, creo es importante que reflexionen para qué sirve realmente un monumento, una escultura, una estatua. 

Muchos piensan que es para embellecer la ciudad pero no estoy de acuerdo. Pienso como mencioné arriba, que su uso es para enviar un mensaje a todo el mundo.

Como bien dije al inicio, el monumento está representando a la madre, y pudiera aquí yo añadir, a la madre sudcaliforniana. También pienso que representa a la mujer que (esperemos por decisión propia) decidirá en un futuro convertirse en madre. 

Si hay algo que he aprendido, ejercer ese rol en una sociedad como la nuestra puede tener distintos matices y consecuencias que al final solamente recaen en ella.

Es por ello que me parece más que pertinente que la marcha de mi ciudad salga de este monumento, pues hoy por hoy, esta obra representa lo que le importan las mujeres al Estado: NADA. 

Observen con atención, vean cuán abandonada, descuidada y vejada se ve.¿Qué diría este pedazo de cantera si hablara? ¡¿Y no lo hace acaso?!

Ese monumento recuerda que el tiempo no pasa en vano y es precisamente tiempo lo que le hace falta a todas las madres buscadoras para invertirlo en buscar a sus hijas. ¡Escuchen con atención! nos está contando lo que viven día con día todas las mujeres, Es testigo ciego y a la vez consuelo de aquellas que han perdido a una hija, una nieta, una hermana, una madre; porque nos grita que hubo alguien, con mayor fuerza que se sintió con el derecho de aprovecharse de ella, enviando así un mensaje.

El mismo que vengo a dejar aquí y que veo todos los días en la calle, en la televisión, en las noticias, en mi mente: Las mujeres estamos en peligro siempre. Y nos toca a nosotras y entre nosotras cuidarnos de quién sea y luchar, luchar hasta que nos quedemos sin aliento, y gritar hasta que nos escuchen.

Porque hay un Estado que al igual que a nosotras, la ha ignorado por años, dándole mayor cuidado a otras cosas, entre ellas, a una fuente que está sobre la misma avenida, figura fálica por excelencia. 

La mujer de piedra, no tiene brazos, es muda, está ciega y en su pecho guarda un espacio donde siempre faltará algo que le fue arrebatado. Y así está perfecta, y así me gusta y también la voy a querer si cambia, si amanece verde, morada, negra, roja. Porque me está hablando y yo la estoy escuchando desde donde estoy.

Me llena de rabia y al mismo tiempo me doy cuenta que no hay mejor forma de abordar este hecho, y que hoy es un buen día para escribir sobre ello.

Una frase que me gusta mucho y que viene perfecto para concluir este texto: Nada está escrito en piedra. Pero por eso quiero que observen y entiendan que paradógicamente ¡la piedra lleva grabado en sí misma la historia de las que ya no están! es testigo inerte de nuestro devenir como humanidad, de la evolución de pensamiento, de cómo el tiempo va ajustando cuentas.

Porque ser mujer en cualquier ciudad, incluso en las ficticias, es siempre un acto de rebeldía.





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