La estrategia del caracol o de cómo nos han encerrado en un cascaron de huevo


 

 

Cuando Enrique Peña Nieto fue gobernador del Estado de México, hizo una afirmación, que a mi juicio, compartía con personajes de la talla de Días Ordaz y Echeverría: <<Los jóvenes son delincuentes en potencia>>. Ese pensamiento de orden facistoide, llevó no sólo a su gobierno, sino a gobiernos de distintas latitudes, a perseguir, encarcelar y/o desaparecer jóvenes.

El hecho anterior lo podemos ver en la historia de América Latina. En Tlaxcala, por ejemplo, el joven Xicohtencatl hijo, fue quien resistió a la invasión española, no así su padre, quien se alió a los invasores. En la década de los 60, fueron los estudiantes quienes dieron una lección de dignidad, desde la sierra con las guerrillas, hasta las ciudades con grandes movilizaciones y tomando de facto, aquella afirmación de Salvador Allende: <<Ser Joven y no ser revolucionario, es una contradicción realmente>>.

El 68 marcó de sangre la historia de nuestro país, pero demostró que el gobierno es un tigre de papel. Nuestros jóvenes no se rindieron y para la década de los 70, nuevamente lucharon por un mundo mejor y más justo, nuevamente la idea de emancipación fue reprimida con sangre en aquel jueves de Corpus, en San Cosme, evidenciando que desde antes, teníamos un estado ilegitimo que buscaba su reafirmación por medio de la violencia que, contradiciendo a Weber, sólo podía obtener de forma “legal”. Así vino la Guerra Sucia y la aparición de nuevas guerrillas, algunas de la cuales siguen vigentes, como el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en Chiapas, nacido en la década de los 70 con el nombre de Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), y el Ejercito Popular Revolucionario (EPR), descendiente del movimiento de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas en la sierra de Guerrero.

Es innegable pensar que han sido los jóvenes parte fundamental del motor de la historia, por ejemplo, el alto a la Guerra de Vietnam, no habría sido posible sin el movimiento hippie. Y no es que ellos sean <<rebeldes sin causa>>, o que no sepan ni qué quieren, es más bien que tienen la esencia de la libertad y la han buscado desde distintas trincheras en distintos tiempos y espacios.

Lo anterior se demuestra con varios acontecimientos históricos. En el 68, los jóvenes fueron capaces de poner en jaque al gobierno, no por sus acciones <<retrogradas>>, sino por su capacidad de organización: llevaban salud a varias regiones, lograron hacer un pliego petitorio a nivel nacional, hicieron suyo el sentir y dolor del pueblo y supieron quién era el enemigo, todo eso desde dentro de las universidades y de manera práxica. El 99, con la huelga de la UNAM, no fue la excepción. Alzando la bandera de un artículo tercero ya desgastado y tergiversado, lucharon por una educación laica, pública y gratuita, mediante la toma de la universidad y una consulta popular, y qué decir de los 43 normalistas desaparecidos por el gobierno de Enrique Peña Nieto. Estudiantes que se formaban en círculos de estudio y que salían a hacer labor comunitaria. La imagen del joven rebelde, sin causa y que no sabe ni qué quiere, la han forjado los medios de información a partir de sus prototipos y tendencias, y es aquí donde todo da un giro. 

Los grandes movimientos han sido impulsados por la clase media principalmente, aquella que tiene acceso (y no de forma fácil), a una vida más decorosa: refrigeradores, estufa, auto, televisión, teléfono… todo lo anterior, desarrollado por la maquinaria capitalista desde antes de los años 60 con el american way of life, estilo de vida que equivale a una supra explotación de la fuerza de trabajo, pero que es proporcional a las aspiraciones de una vida mejor. Para la década de los 80, el gran capital, en voz del economista Schumpeter, descubre que la innovación es el motor de una economía capitalista más fructífera, y de ahí para adelante, empieza el desarrollo tecnológico a incursionar en la economía de mercado de una forma más agresiva, y puntualizo lo anterior, porque, aunque en sí misma la revolución industrial fue innovadora, en esencia eso era secundario, lo realmente importante era una mayor producción de mercancías. Nace con ello la cultura de masas en el mercado. Aquellos que antes no tenían acceso a una tarjeta de crédito, ahora podrían tenerlo, aquellos que no podían adquirir un celular, ahora podrían tenerlo. Pero no sólo eso, se dan cuenta de que el conocimiento e información por sí mismo, era una mercancía, claro, siempre y cuando ellos tuvieran el control del mismo. Así, para la década de los 90, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional -y ya sin la existencia de la URSS y el avance del Neoliberalismo-, obligan a los países que necesitaban prestamos, a modificar internamente sus planes y programas de estudio, teniendo una gran relevancia, el uso de las denominadas TIC´s (Tecnologías de la información y comunicación). Lo anterior avanzó paralelamente con la comercialización y masificación de la internet. Algo que era exclusivo para los grupos de inteligencia, ahora estaba al servicio de toda la población. Cambiaban las reglas del juego. 

Grandes industriales seguidores de Schumpeter, sabían que ahí se encontraba el nuevo árbol de la riqueza, y empezaron a trasladar el conocimiento de las universidades, la industria, naciendo así grandes empresas como Microsoft, Yahoo, Google, y posteriormente otras como faceBook.

Para los 2000, mientras masificaban el uso de tecnologías y nacían las redes sociales como MySpace, los planes y programas de estudio se adelgazaban y nos imponían un sistema educativo por competencias, mediante un lenguaje de origen económico, que nada tenía que ver con la educación. Lo anterior no era casualidad, ya Giovanni Sartori en el libro “El homo videns. La sociedad teledirigida”, había profetizado que, la imagen sustituiría al pensamiento conceptual, complejo, volviendo al homo sapiens en homo videns, es decir, logrando un retroceso cognitivo, simbólico y conceptual. Dicha profecía la estamos viviendo en este momento, las redes sociales nos dan flashazos de información mediante imágenes, videos y desinformación, manipulando con algoritmos, lo que a su entender, sí es digno de consumir, y qué no. En otras palabras, aquella idea de democracia en la internet -porque todos podíamos acceder y decidir qué y qué no ver-, es una ilusión que se pierde por varias razones:

1.     Con el sistema por competencias, aniquilaron el espíritu crítico.

2.     El uso indiscriminado de las TIC´s en las aulas, alejó al docente de su práctica científica pedagógica, para volverlo un maquilador educativo.

3.     Con la aspiración del <<mundo de vida americano>>, masificaron las mercancías, sobre todo para la clase media, aquella que dijimos, era el motor de los movimientos sociales, llevándola a un estado de endeudamiento constante, y la generación de una insatisfacción total al crear nuevas mercancías que según, la llevarán al estatus quo. Cosa que no sucede, salvo rara vez, sin embargo, la hacen sentir que ya está a un paso de lograrlo.

4.  Lo anterior nos ha llevado a una nueva forma de alienación, aquella en la que el sujeto se siente libre de moverse, comer, comprar, e incluso opinar vía redes sociales, sin saber que las redes, están creadas algorítmicamente, para que tengamos contacto directo y hagamos nuestra red, con quienes congenian en ideas. Por eso, no es de extrañar que casi siempre nos aparece en nuestro muro, algo que nos interesa y literal: <<amigos en común>>.

En la actualidad, el mercado global  ha generado grandes ganancias, tanto políticas, ideológicas, como económicas. Logró mover la “ley de la oferta y demanda” sólo a sus intereses, centrándose más en la oferta, creando necesidades inexistentes para el consumidor, y al mismo tiempo, logró, con esta nueva alienación, generar espacios de catarsis para los jóvenes, arrebatándoles el espíritu crítico y contenidos de peso, desde la escuela misma, metiéndolos en un cascaron de huevo o en la coraza del caracol, evitando así, que tomen las calles de manera consciente, pensada y con conocimiento de causa. Por eso,  muchos movimientos sociales actuales tienen un carácter más individualista y narcisista que social, y dejaron de lado el carácter revolucionario, para gritar sólo reivindicaciones, que dicho sea de paso, en la mayoría de los casos, son de índole personal. Por eso es que sí, hay una gran diferencia generacional, pero no se ha ido desarrollando de manera natural, sino intencional. Afortunadamente hay muchos jóvenes que alcanzan a ver eso y dicen ¡No¡ Así se fue gestando la estrategia del caracol

 

 

 

 

 

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