¿Damos un tour por el Cancún oxidado?


Bienvenidos, abróchense sus cinturones, mantengan las manos en todo momento al interior del autobús de tercera, uno de los mejores de la súpermanzana 66, respiren hondo y prepárense para despedirse del glamour de los hoteles, la calidez de las playas y el sazón de los ceviches, para adentrarnos en el Cancún oxidado, tan resistente en días soleados como tan frágil lo es en días lluviosos.

Empecemos por el principio, el Mercado 23 surgió como el corazón de Cancún, pues dentro del proyecto del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), sería este el punto medular donde las personas que vivirían en el área de Puerto Juárez y trabajarían en la Zona Hotelera, se abastecerían de sus alimentos; si eres un recién llegado a esta urbe, sí, Cancún se compondría solamente de una zona de trabajo (la hotelera), una central de comercio (Mercado 23) y una zona habitacional (Puerto Juárez y alrededores).

Quién lo diría, este debería ser un sector protegido, divulgado y sobre todo, restaurado al ser la "columna vertebral" de aquel proyecto turístico gestado durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, con la dirección de los arquitectos Enrique y Agustín Landa Verdugo, con la colaboración del arquitecto Javier Solórzano, los urbanistas que imaginaron lo que habría de ser la traza urbana de Cancún. Concibieron el proyecto a partir de dos áreas: la zona hotelera, en la isla, y la ciudad de servicios en tierra firme, conformada por un conjunto de súpermanzanas habitacionales con espacios públicos al centro y comercios y otros servicios en la periferia, la "columna vertebral" ya mencionada.

La mayor parte de 1969, el abogado Carlos Nader y el economista Rubén "El Negro" Zaldívar, se encargaron de buscar a los propietarios de todos los terrenos de Isla Cancún, para esto, Nader se hizo pasar por hacendado, interesado en comprar Cancún a título personal, para que los diferentes dueños de los terrenos lo cedieran al Banco de México y se empezara la construcción, dio resultado, pero en 1970, falleció en un accidente aéreo sobre Bacalar, por lo que nunca vio el nacimiento de la ciudad.

El tiempo pasa y todo se "oxida"

Qué es hoy en día de esta "columna vertebral", cercano al Mercado 23 podemos encontrarnos con una zona bastante conocida y bautizada como "El Crucero", este se compone en esencia de la súpermanzana 63, una de las zonas rojas de la ciudad, que durante varios años era el área de prostitución, que en su momento fue mudado a la famosa "Plaza 21" a las afueras de la ciudad, la misma que cuando fue cerrada, devolvió la prostitución a la súpermanzana de en frente, la 66, que cabe mencionar cuenta con la primer primaria que se erigió en la ciudad, la cual ahora está rodeada de casas de citas y estaciones de camiones de tercera, bien bautizados como los "ataúdes sobre ruedas".

En el caso del mencionado mercado, ha corrido con la misma suerte que el conocido como "El Ki Huic", ubicado en la súpermanzana 4A, justo a un costado del Palacio Municipal, este fue erigido como un centro artesanal, ideal para la visita de los turistas que se alojan en la zona laboral de ese proyecto denominado Cancún, claro, el nombre llegó después pues el documento original se manejó como "Plan Maestro".

Este mercado también vivió su época dorada, lamentablemente en la actualidad, tras algunos intentos a medias por revivir la zona (antes de la pandemia), no ha vuelto a brillar, y aunque vemos sólo un primer nivel, estaba compuesto por un segundo piso, una suerte de Plaza Bonita, la ubicada a un costado del Mercado 28, otro icónico lugar de este oxidado Cancún.

Construcciones suburbanas

Pese a estar en las mismas zonas, estos sitios que nacieron como los pilares de una ciudad turística de "clase mundial", se siente ajenos, pues pese a estar rodeados de dependencias municipales, la atención dada a ellos es nula, tan sólo en frente del Mercado 23 tenemos otro sitio plagado de recuerdos para aquellos que nacimos en esta ciudad entre los 80 y los 90, el Parque del DIF, un sitio de diversión, objeto de excursiones para los pequeños de kinder y primaría de la ciudad, que se divertían en la mítica resbaladilla con forma de jeringa y se refrescaban con las aguas de sabor de su cooperativa central.

A un costado, la longeva Plaza Galerías, centro de juegos y diversión para los más grandes con sus famosas "maquinitas" y el amigo de todos, el robot Amok, que siempre nos sorprendía con un juguete inesperado en los huevitos de plástico de colores.

Infinidad de recuerdos, que hoy en día se ven en el olvido, y como mencioné en párrafos anteriores, casualmente rodeados por oficinas gubernamentales que contienen en su interior políticos muy amigables en época de campaña electoral.

Distópica y relegada

Quisiera extenderme a más supermanzanas, pero me limitaré a un par más, para dejar material para otros post futuros, finalizaré con la 64 y la 65, la primera, frente a plaza Las Tiendas, ubicada en el crucero, en esta nos encontramos con otra variante de la prostitución, la conocida como "la calle de las sirenas", donde algunos integrantes de la comunidad LGBTQI+ ha encontrado un modus vivendi con la fachada de estéticas que ofrecen a los trabajadores de la construcción, en su mayoría, un "final feliz".

Ojo, no señalamos ni condenamos nada, simplemente hablamos de una realidad de muchos que han sido víctimas de diversas consecuencias político-sociales de una clase gobernante que cada trienio se enfoca en llenar sus bolsillos, sin tener un poco de empatía con la ciudad que los vio crecer (a algunos cabe mencionar), pese a que los alrededores que adornan las dependencias, se oxidan cada vez más y mas, por cierto, es en esa supermanzana, la 65, donde encontramos la funeraria municipal.

Por último, está la zona del antiguo Hospital General, la súpermanzana 64, que hoy en día guarda las ruinas del viejo nosocomio, que bien podría fungir como set de una nueva entrega de Silent Hill, sin duda, este Cancún antiturístico se oxida cada vez más y más, la pregunta es, ¿a alguien le importa? 

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