¿Lugares comunes? La poética equilibrada de Morales Beiza

Poeta mexicano Miguel Ángel Morales Beiza

La poesía es uno de los géneros literarios que más ha sufrido la invasión de autores sin talento, y no, no lo digo a modo de ofensa, sino de sinceridad y sin sutil desprecio. Y hago esta precisión porque, de hecho, el talento no siempre es algo que venga dentro de uno desde que se nace, lo más habitual es que debemos formarlo. Si alguien tiene un talento de nacimiento, debe desarrollarlo, afinarlo, hacerlo crecer. Si alguien no tiene talento, pero tiene la pasión, entonces el talento viene, se crea, se construye, se forma hasta de modo admirable (quizás hasta superando a quien nació con talento), mediante disciplina y enfoque. 

Ahora bien, hay muchas cuestiones de debate en torno a la creación poética, por ejemplo si esta debe ser sencilla o compleja, si debe enfocarse más en la forma que en el fondo, si debe ser ultra-estética y huir de los lugares comunes, o si en vez de eso, debe recurrir sin ninguna predisposición a los lugares comunes siempre y cuando se haga de forma propositiva. La mayoría de los poetas no son famosos y tal vez por eso, al igual que los músicos, digamos Shakira o Calle 13, tienen que recurrir a diversificar su obra poética, creando, además de lo que es su principal propuesta, también una propuesta más propicia a ser popular. 

Uno de los poetas que hace esto de manera frecuente, según lo que percibo, es Luis Antonio González Silva. Él declara abiertamente "yo no escribo poesía, sino que diseño poesía", y explica que tiene este criterio a partir de su formación como arquitecto. Es una declaración algo interesante, cuando la aislamos de su resultado práctico, o sea, de los poemas que publica. Preciso, de nuevo, según mi percepción, pues yo sería un acusado por Sabines, un "enfermo de filosofía" que a veces no puedo ver en la sencillez y en los "lugares comunes" una oportunidad correcta. Y aun así, me gusta experimentar, y como dijera una canción de Alejandro Sanz, cuando nadie me ve puedo ser o no ser. 

Pero bueno, yo no he caído tan bajo como para volverme poeta y que la vida me libre de tan impertinente adolescencia creativa. Sin embargo, estoy comentando todo esto porque últimamente estoy leyendo a un poeta que parece que pasa desapercibido hasta en la comunidad de escritores independientes, y que hasta parece que le gusta estar de incógnito, pero que es de esos que al googlearlos sí aparecen, y bajo el argumento de los amantes del marketing y del SEO, si apareces en Google es porque existes. Aunque bueno, también es fácil aparecer cuando pones el nombre completo y tal cual, así le ayudas bastante a los motores de búsqueda (el asunto está cuando pones, digamos, "escritor mexicano" y solo aparecen los famosos, que a menudo son los muy institucionalizados o muy comercializados). En fin, el poeta Miguel Ángel Morales Beiza en realidad es más conocido de lo que parece o de lo que no parece. 

Decía que estoy leyendo su obra últimamente, con detenimiento. Al principio no le encontraba mucho sentido ni sabor, como que lo sentía corto e incompleto. Luego, lo leí con más calma, desde la neutralidad, despojándome del prejuicio a sabiendas de que Morales Beiza fue estudiante del prestigiado poeta Ramón Iván Suárez Caamal, cuyo estilo por supuesto que respeto y admiro, pero que también confieso no es de mis preferidos. Y casi siempre me pasa, que cuando sé que alguien fue estudiante de Suárez Caamal, presiento que me voy a encontrar con un estilo recurrente entre sus estudiantes, como con una fórmula fija. Entonces, cuando seguí leyendo a Morales Beiza me di cuenta de que es un poeta en toda la extensión de esa extraña palabra. 

La forma en sus poemas es a menudo correcta, y lo que llama mi atención es el fondo, nunca habla por hablar ni "diseña" a propósito la poesía solo para generar lectores; y aun sin tener esa intención, a cada rato destacan frases que se pueden aislar de la completitud de sus textos, para volverse frases célebres. Puedo afirmar que la poesía de Morales Beiza no está infestada de lugares comunes y de todos modos, de manera peculiar y exquisita, los tiene implícitos. Pero él va más allá, en lo común no se estaciona en la simpleza, sino que pasea en la profundidad de emociones cotidianas diversas y eventos de la vida que suelen sacudirnos, como la pérdida de un ser querido, o incluso, el simple amor por el talento futbolístico, pues escribió una de las obras más peculiares en la literatura actual mexicana, en 2018 publicó Odas a Cristiano Ronaldo

Morales Beiza representa, lo digo sin ninguna duda, ese equilibrio poético necesario hoy en día. No escribe de manera rimbombante, pero tampoco lo hace para agradar a cualquiera. No renuncia a sus influencias, pero tampoco comete una lealtad abusiva que le haga carecer de identidad y propuesta. No es meloso, pero tampoco ofensivo o estéticamente desagradable. No le falta genuinidad, no sofistica su texto, pero tampoco cae en el exceso de naturalidad sosa o ridícula. No me atrevo a decir que Morales Beiza es mi poeta favorito, pero sí que es de mis favoritos, tal vez de mis primeros veinte favoritos. Lo único que le reclamo a su estilo es su deliberada falta de difusión, ese aparente exceso de misterio, tener que encontrar sus obras y su presencia solo buscando con meticulosidad, me encantaría que saliera más a la luz, que se diera a conocer más, y sí lo hace, pero lo hace en su faceta de promotor cultural, pecando incluso de exceso de generosidad al impulsar a otros poetas mientras él crea una poesía genuina detrás del telón.


Tres poemas del primer libro publicado de Morales Beiza, Aberturas:


QUEMA LA MIRADA


¡Quema la mirada!


Es mi madre 

alerta a la visión

de medianoche.


¡Arden los oídos!


Es mi madre

cuando eleva una plegaria

tras cada movimiento.


¡Arde el olfato!


Es mi madre

mientras purifica el aliento

de la conciencia.


¡Queman las caricias!


Es mi madre

con su túnica de algodón

sosteniendo las caídas.


¡Arde el paladar!


Es mi madre junto al tiempo,

con el cabeceo del fuego,

la limpidez del día,

lágrimas 

conjugadas en el río

y destruidas en el océano.


Quema una mirada pura

la rama mortal.




EL PENSAMIENTO ES UN CALLADO RÍO


El pensamiento es un callado río

donde caen anzuelos humanos

hasta tocar una abertura

con profundidad suficiente

para digerir 

el tiempo.


Con los ojos halamos la piel

hasta abrir el estereotipo.


¡Ahí está! ¡Ahí está!

el mar sin recuerdos,

con apenas un sabor a nostalgia

donde nacen los deseos 

a causa de una abertura

con fuerza suficiente

para atar

manos.




CONFUSIÓN


En tu mirar

se vislumbra

el épico sentido,

tan lleno

de vital imitación

a bohemio mar.

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