Escribir es una mierda pulida




No vamos a diseccionar como si fuera un análisis de morfosintaxis el título de este artículo a suerte de opinión, porque no hay nada que justificar, no es clickbait, es más, la expresión viene del inglés "polished turd" y hay mucho Google para ello. Vamos a lo apremiante. 


El arte debe responder a lo que está respirando justo ahora, sobre todo la escritura que ha sido el hito de la humanidad, recordando que cuando surge la escritura dejamos la prehistoria para abrazarnos a la historia; este conjunto de vocablos nos ha mantenido cuerdos en este viaje cósmico dentro del jardín obscuro y tremendamente solo del universo. ¿Qué se hace ahora? 


El 19 de febrero de 2019 en la Ciudad de México, el crítico literario Christopher Domínguez Michael en una ponencia dentro del Colegio Nacional en Ciudad de México, mencionó que existen dos clases de escritores: los cara blanca y los pieles rojas (definiciones surgidas a mediados del siglo pasado). Recuerdo fuertemente la definición de ello; los primeros son los escritores que observan desde lo más alto de su torre de marfil, desde esa ventana observa el mundo sin tocar la tierra y desde sus alturas llora amargamente los tiempos de las personas y se toca el corazón para escribirles, el segundo, los pieles rojas, son los escritores que están en tierra, entre las personas y toman nota de cada voz para hilar un reflejo digno de lo que pasa en ese momento. Domínguez Michael mencionó que ya casi no hay de esos, por una u otra razón (no especificó en ese momento) ya casi extintos. 


El dr Gilberto Avilez, en entrevista para Panöptico Tv Chetumal el pasado 27 de agosto de 2022 cuando hablaron de literatura quintanarroense o caribe mexicano (como les salga más barato) y antes de abordar el tema, él dijo que la escritura es un acto civilizatorio, es un desprendimiento de la realidad, ya que leemos porque no estamos de acuerdo con la realidad misma y buscamos salirnos de esta para mostrarnos en esos mundos propuestos por el escritor. 


Parece que me estoy contradiciendo a estas alturas del partido, pero aguanta, pronto saltaré la libre. ¿Y cómo saber si es bueno o no lo que leo para reflexionar la escritura? En una de tantas conversaciones con el filósofo (llamado) Jacob Bukowski, quien es actor cultural y capital de Rincón Bukowski en el estado de Hidalgo, México, poeta con un libro llamado Eros que aborda el tema desde la filosofía y muestra la problematización de ello en su forma de escribir, fue con él, en alguna de esas conversaciones de café y cigarrillos cuando dijo (palabras más o palabras menos): un escritor es bueno, mejor dicho, cuando un escrito es bueno es porque cuando lo lees te llevas algo, te aprendes un verso, una frase, algo, y la quieres ir dejando en todos lados, como un acto evangelizador... porque ese texto o escritor ha tocado algo muy dentro de tu ser.  Desde ahí uno se da cuenta de cómo ha afectado o ha intervenido ese escritor en tu vida, ya que ha dado voz a tu interior y provocado la reflexión. Un texto que te estremece, te llena, de hace cuestionar. Considero con Jacob que es un buen punto para arrancar; bueno, es ahora cuando la liebre es soltada…


La escritura se ha convertido en un acto vacío, solo escribir y escribir; algunas personas dirán que posiblemente hemos estado sumergidos en letras dentro de redes sociales; no es así. Las redes sociales, pese a ser con signos que se eslabonan en palabras entendibles, sigue siendo expresión oral. Ese melón lo abriremos en otro momento. El estar cercanos a tantos vocablos (lo diré de esta manera para hacer la distinción apropiada) ha incentivado la expresión escrita, ¿pero es expresión? ¿es escritura? 


Para escribir en forma se requiere de un alto contenido de lecturas, no queda de otra, ya que el vocabulario es necesario para esto. La imaginación y creatividad están limitadas por la cantidad de conocimiento adquirido. Aquí tenemos un arma de doble filo porque te puede dar las herramientas necesarias para expresarte o te hará replicar fórmulas que consideras adecuadas y serán mal ejecutadas para el tiempo actual. No porque tengamos el leve conocimiento de cómo es una casa, vamos a comprar cemento, grava, varilla y hacer nuestra casa; puede que sí, recordando al burro que tocó la flauta, pero no solo es concreto armado (u hormigón si eres del Exreino de Castilla); lo mismo con la escritura. Existe una responsabilidad más grande que otras expresiones artísticas, la palabra escrita es la que será hereda y se quedará como testigo de lo que se vive. 


Escritor que no tenga un compromiso social con su tiempo es solo una persona que escribe por hobbie, para matar el tiempo, porque anda aburrido y hace cositas para unos aplausos; no solo escritores, todo artista debe tener ese compromiso o solo será un hacedor de cositas; no se trata de describir a pie y juntillas lo que respiramos, se trata de hacer reflexionar de ciertos aspectos que uno vive, de visibilizar lo que buscan callar u obscurecer; esas preguntas ahogadas que no encuentran palabras y deben saberse auxiliadas por los nuevos escritos y escritores; es la importancia de comprometerse con su momento, saber que un escritor es testigo fiel de su época como lo hace la arquitectura. Necesitamos que la escritura retome un rumbo crítico, reflexivo, que sea digno representante de nuestro momento y me haga poner en mi boca esas palabras para rumiarlas hasta entenderme, hacer que lo cotidiano sea no cotidiano como lo hace Julio Cortázar con una simpleza; saber que la lengua crece por el maravilloso léxico de nuestro español mexicano… porque de lo contrario, la escritura (como cualquier otro arte) si solo lo destinan para hacer cosas bonitas se convertirá en una mierda pulida. 

 

Escrito por Luis Antonio González Silva (@cuervocaos) para Palabra Divergente

Photo by @marcobian

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1 Comentarios

  1. Muy interesante, me has hecho reflexionar. Como normalidad suelo decirle a mis amigas más cercanas que tenemos que desprendernos de esa romantización de la escritura en donde todo es talento; y sí, recomiendo leer bastante, pues al final lo veo como un proceso cognitivo muy detallado en donde nuestra habilidad para hilar conceptos debe presentarse de forma bella, entendiéndose como la capacidad de conectar con otro, algo que podemos hacer con práctica constante; y esto no siempre tiene que ser con palabras rimbombantes a través de un discurso churrigueresco (aká, lols irónicos) en donde la pretensión del escritor sea demostrarle al lector lo amplio de su vocabulario.

    En lo particular, me gustan las groserías y el lenguaje burdo con el que nos comunicamos día a día; e intento resaltar esa clase de lenguaje en mis escritos para comunicar situaciones más cotidianas; pues comparto contigo el enfoque en el cual debemos dar una expresión social. He encontrado en la sátira una buena forma de crear esa crítica, de causar la incomodidad en el lector en situaciones cotidianas para provocar esa sonrisa incómoda y que dice: "ya lo encontré"; pero también he caído muchas veces en la frustración al encontrarme en grupos de escritores, personajes que solo quieren resaltar a través de la belleza de dos frases comerciales que involucran lunas reflejadas en el lago o cervezas banqueteras para dar un contexto etéreo. ¿Qué se le va a hacer? Yo también entro en esa norma en la cual me pongo tiquismiquis por la prosa.

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