Malas entrevistas

 




Hablemos claro. No saben hacer entrevistas a los escritores, al menos, los que están fuera de los nichos de círculos literarios y culturales. Se agradece la creación de nuevos espacios para promoción, mostrar lo que se está armando desde las trincheras de emergelandia, se agradece. Al menos este salseo (lo digo así porque puede terminar en ello) será para visibilizar estos detalles.

 

Fuera de los nichos, siempre van a preguntar estas tres: (1) ¿En qué te inspiras?, (2) ¿Cómo comenzaste a escribir?, (3) ¿Qué les dirías a las personas para que lean más?, y existe una más, pero generalmente la sueltan dependiendo si eres hombre o si eres mujer: ¿Quién es tu musa?

 

Para las personas que están leyendo esto les puede causar una reacción extraña y un posible deseo de abandonar la lectura de esto (se entiende a la perfección), pero a quienes hayan sido entrevistados fuera de los nichos madre sabrán de lo que hablo. No se trata de sesgar la población; un ejemplo que coloco en estos temas cuando doy clases sobre escritura creativa, es: “Si tuvieras a tu escritor favorito de frente (no importa si está muerto) ¿qué le preguntarías?” Las respuestas son interesantes, se enfocan fuertemente en el contenido de los textos, esas dudas tan ricas en el descubrimiento de leer; es sumamente interesante las respuestas generadas. ¿Por qué? Porque conocen su obra.

 

En este punto podría terminar de escribir esto, pero ya abrimos este melón.

Parecerá como una queja a saco roto, pero también aplica a otras disciplinas artísticas, siempre preguntan lo mismo. Aquí abriré el anecdotario. Cuando estuve trabajando en Radiomex me tocó ir a la rueda de prensa de Apocalyptica para la promoción de su disco 7th Symphony, allá por el lejano 2010; la mayoría de los reporteros hicieron preguntas sobre si les gusta México, si ya habían probado la comida mexicana, qué esperaban de los conciertos en tierras aztecas, cosas así; yo pensé que mi pregunta la quemarían porque fui de los últimos en la lista, pero les pregunté: …End of Me, primer sencillo del 7th Symphony con la participación de Gavin Rossdale (Bush), su séptimo álbum, ¿está podría ser su Opus Magnum? A lo cual respondieron enfocados en la música, más allá de las preguntas que les habían hecho sobre comer antojitos mexicanos. Otro momento fue en entrevista con Dante Spinetta, también por el 2010 cuando hizo promoción de su disco Pyramide; sentí un halago que él apagara su teléfono celular para conversar (hizo entrever que las otras entrevistas lo enfocaron en México, antojitos y lo que espera de los conciertos y del disco), pero nos quedamos platicando sobre su primer sencillo, “Mostro”, y cómo surgió la idea de esa voz distorsionada, un elemento que parecía experimentar con su trayectoria en solitario… el Dante explicó todo, incluso, cómo empezó el boceto de la canción para llegar a terminarla en estudio.

 

Podría poner más anécdotas, pero creo ya se está entendiendo el punto. Para hacer una entrevista a un artista (independiente de su disciplina), el entrevistador debe conocer la obra, hablar de la obra, comentarle sobre un aspecto que le atrajo de la obra (esto, en el terreno de lo personal a modo de comentario); ¿qué provoca eso? Que el entrevistado se sienta cómodo, hable y tire hilo de ello, aporte a una nueva lectura o interpretación, vamos, colocar en la entrevista substancia y no preguntas como para cumplir. En la entrevista que le hicieron a Julio Cortázar por Joaquín Soler Serrano en 1977 para el programa “A fondo”, el autor belga comentó a raíz de que se dio cuenta de la investigación hecha por Soler sobre su vida y obra, Cortázar expresó que era grato un entrevistador con conocimiento del entrevistado porque al no tener ese conocimiento, parece que están tanteando las preguntas y el entrevistado debe ayudarle y ese acto se volvía una acción (casi) humanitaria. Tiene razón.

 

Repito, agradezco mucho que se abran los espacios fuera de los nicho madre para los artistas, pero preguntarles sobre su inspiración, si comieron antojitos o cual es su mayor deseo, en lugar de ayudar...  hace todo lo contrario. Parecería que es un momento de promoción para captar nuevos lectores o seguidores, pero al hacerlo así, tanteando y masticando las mismas preguntas dan la apariencia de una entrevista acartonada, plástica, prefabricada… y eso no conecta con nuevos seguidores o lectores.

 

Un formato, me parece que es un formato muy ágil de entrevista en el terreno cultural, es lo planteado por Tute en su sección Tutelandia para la Universidad 3 de Febrero de Argentina; soltando hilos de anécdotas y preguntas de la vida y obra (entre ellos y tantos, Quino), Tute les hacía preguntas clave a todos sobre la muerte, el ego, el ir a terapia…  me parece que todavía están esos vídeos en el canal de youtube de la UN3Tv para revisar esto.

 

Este escrito le podría servir a las personas que hacen entrevistas a artistas o a escritores fuera los nichos madre, le podrá interesar esto o lo tomará a mal para rayármela con la punta de unas llaves o pica realizada con el mango de un cepillo de dientes; ahora, si te han entrevistado sabrás de lo que he estado hablando acá.

 

Se agraden los espacios, pero maten a los autores y creadores (me refiero a lo propuesto por Roland Barthes, lo aclaro) para enfocarnos en la obra y en la disciplina artística porque es ahí donde las personas podrán encontrar inspiración o fuerza, hablar de esos temas, dejando a un lado a los autores, logrará crear ese mensaje solidario a quien recién esté conociendo al entrevistado y ese mensaje es: tú puedes, tú también puedes, hazlo. Pero maten primero al autor o al creador para liberar a la obra y sea la obra misma la que hable en una entrevista.

 

 

Escrito por Luis Antonio González Silva (@cuervocaos) para Palabra Divergente. 01 de septiembre de 2022

Photo by @jonathanvez


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