Un festival bonito, con muchas luces y música del momento, la
gente va y se toma fotografías, las presume en sus redes sociales; algunos, más
arriesgados, hacen carruseles en Instagram, vídeos en formato vertical y llueven
las reacciones; mañana nadie lo recordará.
Así es nuestra vida dentro del arte y de la cultura, en cualquier
lugar; se hace un eventillo jicotillo, se nombran autoridades que les importa
menos la acción, pero les ayuda a “lavar” su imagen, conseguir votos (como si
un eventito así lograra consolidar votos) y se marca como que se hacen cosas en
una administración. Es una simulación barata, pero muy barata, del quehacer cultural.
Dentro de las estructuras administrativas se tienen personas
ineficientes, que sólo se sienten con poder recién se suben a un banquito,
sintiéndose las excelentísimas y catolicísimas majestades, reyes del reino de
castilla; van y gritan, mandan, señalan para justificar el hacer algo importante,
justificar su día y cobrarlo bien. No hablemos de esos que usan su posición en
un apuesto de arte y de cultura para presionar y acosar, aunque esas personitas
de mente obtusa lo llaman “cortejar”, sí, porque piensan que un cargo de
responsabilidad pública en un sistema de gobierno significa que se hacen guapos
y bellos, todos deseados por el vulgo; en realidad son pequeños hombrecillos
llorando su impotencia por relacionarse.
Nuestro sistema de actividades en los marcos de cultura y
arte están limitados por el acoso, por la ineficiencia, por la soberbia y la
estupidez humana; si bien, son partes de un todo como una sociedad, no se
justifican en este caso. Cuando veas un evento, el que sea, una feria, una
exposición, algo, lo más seguro es que haya sido manchado por crápulas buscando
sentirse algo en su vida.
Vamos quejándonos por la vida sobre géneros musicales, sobre el
reality show del momento, expresando que nuestro país va de peor con esos
pensamientos, pero el problema es más profundo. Permitimos que los cargos
dentro de cultura y del arte sean tomados por personas, cuyo esfuerzo, fue cargar bolsas,
caminar por horas bajo el sol buscando votos, vamos, son personas zalameras sin
la más remota ni putrefacta idea de la administración cultural, ah, pero cuando
se les señala su ineptitud, ahí gritan y exigen respeto cuando han pisoteado la
identidad cultural de un lugar con sus decisiones y acciones; vamos, en lugar
de abrir el diálogo a “comprendo su disgusto, vamos a armar grupos de trabajo
que van a decantar sus opiniones para consolidar una ruta crítica a seguir y construir
juntos algo”; pero no, sólo se enojan, amenazan, dictan el famoso “No sabes con
quién te estás metiendo” y el “De mi cuenta corre hundirte”. Estoy cansado,
harto de tanta amenaza, de tanta palabra en contra como veneno, chismeraje,
dirían en mi tierra, para desprestigiar el trabajo de uno.
Ahora, esto va en dos vías; porque los “artistas unidos” (según)
sólo piensan en hacer eventitos, les tomen muchas fotografías, mostrarlas en
sus redes sociales e ir con otro político en turno para exigir apoyos para más
eventitos hasta conseguir una beca o algo a suerte de librarla. El sistema
dentro del estas tierras está muy corrupto y lleno de buitres. Pero lo
permitimos, queremos esos eventillos para subir algo a redes sociales sin
pensar en todo lo que se está sepultando, a todos los que fueron pisoteados, a
tanta gente exiliada por pensar diferente, por amenazas, por acosos; todo
bonito, todo feliz, más votos para el del arriba, menos experiencias culturales
para abajo.
Es muy conveniente tener los mismos eventos de siempre,
siempre, siempre, repetidos cada año y el único cambio es el año de realización;
siempre el mismo evento, siempre las mismas personas; el cáncer de estas áreas
se llaman “eventitis” y “siempritis”, consumen y le abren la puerta a la
corrupción.
Pero las personas de a pie, las que no están dentro de estos
nichos jamás lo verán, sólo disfrutarán algo que siempre se hace y que mañana
será olvidado, hasta la llegada de las redes sociales recordando lo que se hizo
hace un año, ahí, volverá el recuerdo, pero fuera de ello, será el olvido su
único destino.
No nos debemos quejar por el reggaetón, los tumbados, por el
reality show en turno, los streamers haciendo el ridículo cuando nuestros sistemas
dentro del Arte y de la Cultura son lo mismo, un show, una simulación de algo
para entretener. La cultura está rota, me refiero a estas estructuras, las
bases que deben respaldar la identidad de un lugar, está roto… y no permiten acercarnos
para colaborar, de hacerlo, evidenciarían su ineptitud en esos cargos. Para
ellos es mejor así, nadie haga nada, nadie debe señalar ni criticar, si lo
haces, te caen las amenazas y más.
Luis Antonio González Silva (@cuervocaos) para Palabra
Divergente
Fotografía en la publicación por CHUTTERSNAP (@chuttersnap)
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