El opulento centro de Cancún

 

Un muerto y cinco heridos en balacera en Cancún

Texto de Alí Benítez:

Soy orgullosamente cancunense y dignamente quintanarroense 

¡Ja!, no sé, ni me interesa, a quién se le ocurrió tan fantástica frase, pero tengo la ligera sospecha de que fue a Gastón Alegre López, para algún spot, tal vez, de Radio Turquesa, cuando la radio aún era [“muy”] escuchada. ¿En qué año habrán inventado esa frase y por qué o para qué? Quién sabe, pero tengo la ligera sospecha de que fue por algo. Qué importa, ¿verdad? ¿O acaso sí debe importar?

Frases van, frases vienen, campañas van y vienen también, como la ahora semicitada campaña radiofónica, con su frase con impacto conversacional, de querer formar una identidad propia (mediante el orgullo de ser por habitar y “contribuir mediante el trabajo”) para una ciudad turística que se formó gracias a gente de otros lados, Cancún, que tan señalada ha sido por su falta de identidad o, por el contrario, por su multiculturalidad, quién sabe, a lo mejor son puros cuentos míos. 

Lo que no es cuento mío es que Cancún es uno de los puntos turísticos más importantes y populares a nivel mundial, y quizá uno deba sentirse orgulloso por habitar acá desde hace mucho, por ejemplo, yo, desde que nací. Pero ser “orgullosamente” cancunense no creo, no creo que sea necesariamente porque Cancún sea un destino turístico tan importante a nivel mundial, y tampoco creo que sea porque contamos con una identidad bien sólida en siquiera algún sentido. 

Como Cancún no es una persona, pues, es joven como ciudad, al tener solo cincuenta añitos de haber sido fundada y abandonada a su suerte. Ajá, así como lo acabo de decir (abandonada a su suerte), quizá con una descarada falta de análisis y rotunda irreverencia. Pero la neta, digo la neta. No hace falta analizar lo obvio and evidente. Puesto que Cancún no es un destino turístico fuera de la zona hotelera (me causa una sensación de ser correcto escribirlo con minúsculas). 

Desde que soy niño no he visto en Cancún un verdadero crecimiento, ni semiproporcional al tiempo, por el contrario, he visto tan solo el reflejo del mundo, en una especie de resumen light. 


Cancún es un reflejo del mundo

Cancún es como una pequeña sucursal del sistema mundial capitalista; de un lado están los ricos, es decir, los verdaderos ricos, con sus correspondientes pobres trabajándoles para que disfruten la vida, la que pudiera etiquetarse como “esto sí es vida”. Del otro lado están los otros ricos, o sea los seudorricos, que en realidad son clase media con aires de superioridad; en otra zona, los que se autoperciben como clasemedieros, aunque sean simplemente pobres, y, curiosa y paradójicamente, en el centro de Cancún, habitan o por lo menos circulan, los que definitivamente no podemos autopercibirnos de otra manera sino como pobres, así nada más.

Los pobres no hemos logrado entender qué parte de nuestro cerebro es la quiere que queramos ser pobres, pues según cierta traducción de la meritocracia: somos lo que queremos ser, ya que todo depende de nuestras ganas y nuestro esfuerzo. Pero no entendemos nada. Algunos solo entienden que, si no hay gringos, europeos o turistas de cualquier nación (de preferencia no mexicanos ni latinos), tons no hay trabajo, y si no hay trabajo, tons no hay dinero, y sin dinero ningún perro baila, y si el perro no baila, misteriosamente le da rabia, y si el perro tiene rabia, lo mejor sería que muera para que muera su rabia. Sobre lo último, no siempre se muere uno cuando deja de respirar, sino que uno se muere cuando nuestra vida ya no tiene vida propia, sino que está en una frecuencia de cualquier tipo de inercia a la que hayamos caído. 

Así, hay un gran flujo de ciudadanos inertes circulando por el crucero de Cancún. Como dato innecesario, si buscas en Google o en cualquier buscador “crucero de Cancún”, la mayor parte de los enlaces son sobre cruceros, o sea, divertidos y entretenidos viajecitos inolvidables en barco para turistas cuyas vacaciones emocionantes no tienen nada que ver con la nada emocionante existencia inerte de los seres que circulan por el crucero de Cancún, el crucero de la avenida Tulum con la avenida López Portillo. Por donde he circulado yo en innumerables ocasiones, con olvidables viajes de crisis existenciales. 

El crucero de Cancún, es a su vez conocido como el centro de Cancún, el opulento centro (use acertado sarcasmo el lector), por donde cruzan una gran cantidad de combis y camiones, que suelen transportar a nuestra clase obrera, para que tengamos viajes olvidables por el crucero de Cancún, irrelevantes viajes hacia trabajos que, en su mayoría, directa o indirectamente, tienen una relación con el turismo, constituido por amables explotadores o incluso explotadores que inconscientemente ignoran que lo son, y, por supuesto, los que a propósito lo ignoran. Por eso esta hermosa ciudad, que de hermosa no sé a qué se refieren exactamente, es como un reflejo del mundo. Así como la gente de Bangladesh trabaja esclavizada para los alemanes y los gringos, así como en el Congo la gente tiene hambre y de todos modos trabajan a marchas forzadas extrayendo sus propias riquezas minerales para que tengamos tecnología actualizada (por ejemplo, en los celulares), así, desde una zona de Cancún se ponen el uniforme los pobres que irán a servir a los ricos, viajando en autobuses de la ruta uno y dos de la vida inerte. Cancún es solo un reflejo de lo que pasa en todo el mundo: unos trabajan y trabajan cíclicamente sin resultados, como un hámster corre dentro de una rueda sin llegar a ningún lado, pero en el caso humano, esas ruedas proporcionar energía, riqueza, a otros, unos privilegiados que no comprenden por qué tanta gente no le echa ganas a la vida. Pasa a nivel de cada nación y a nivel internacional, incluso dentro de los países ricos, como México, válgame la risa, en donde casi la mitad semos pobres, y la disparidad con los ricos es extrema como la pobreza que también existe en este país. 

Sin embargo, la opulencia del centro de Cancún es digna de una ciudad de deseo humano internacional, hay zonas especializadas, como las de los vendedores de películas en DVD, películas de todo tipo, de Hollywood, de cine mexicano, incluso pornográficas, que están a la vista de cualquiera, incluyendo niños que pasan por ahí con sus papás o solamente solos vendiendo cigarros o boleando zapatos, y pueden asomarse a ver la imagen de una felación o de una mujer presumiendo sus nalgas. Igual, contamos con una extensa zona de prostitución, que según algún experto periodista me contó, tiene fronteras simbólicas, pues hay diferentes empresas de prostitutas económicas, accesibles para los albañiles que inundan dichos territorios mayormente los sábados de paga, cuando también muchos sacan las frías cervezas para refrescarse de todo el calor acumulado en la semana y disfrutar su propio concepto de “esto sí es vida”. 

Además, en el opulento centro de Cancún, se cuenta con una vista dinámica, en la que se puede disfrutar de performances reales y obras de teatro trágicas pero irrelevantes, también reales, como borrachos que se pelean a pedradas, o una pareja de drogadictos que le pide prestada una silla de madera a un vendedor de chicharrones, para poder romperle más rápido la cabeza a su adversario delincuente. Hay drogadictos que vienen de otras dimensiones y un poco a las afueras del crucerazo hay unos ejércitos de teporochos que poco a poco se han ido al polvo. Hay atropellamientos, debido a que los chóferes siempre andan a las prisas, bien presionados por sacar más dinero, dinero, dinero, como dijera MC Dinero. Cuando atropellan a alguien, nadie se asusta, solo se limitan a hacer un círculo de honor para observar el cuerpo despidiéndose de la vida inerte. Hay mucha gente morena empolvada y sudorosa como para hacer documentales de pornomiseria. Hay acuchillados de vez en cuando, que caminan rápido hacia algún lugar desprovisto de paranoias, dejando su estela de sangre, mientras uno nomás se hace a un ladito para no mancharse. Hay eventos especiales de balaceras que se presentan sin avisar, a veces en la plaza. Hay asaltantes que te dicen “¡Sorpresa!” y te quitan todo lo materialista impúdico que eres. Hay un montón de policías, de un tiempo a esta parte hay más, para cuidar toda la opulencia of downtown Cancún.

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