Feminismo liberal o el falso feminismo: Un punto de vista radical contra del feminismo patriarcal

No, el feminismo liberal no es feminista; antes, deberíamos conocerlo como feminismo patriarcal; pues es la antítesis de la lucha feminista en todos sus supuestos. Esta afirmación, que puede tomarse como radical; es también necesaria para evitar el movimiento feminista sea absorbido y blanqueado por el Sistema para de esta forma, mantener el status quo. 

En México, encontramos el origen del feminismo desde finales del siglo XIX y principios del XX, como el resultado de una lucha contra las desventajas y desigualdades sociales frente al género masculino, mucho más marcadas que en la actualidad. Se considera que, con el derecho al voto, promulgado el 17 de octubre de 1953, se ganó la partida; pero, ¿es realmente de esta forma en un país donde diariamente son asesinadas diez mujeres por cuestiones de género?

El feminismo liberal, posmoderno o blanqueado, es aquel feminismo que pretende limitar la lucha feminista a una lucha política (desligándose de la parte cultural y social), señalando que el Sistema es independiente al patriarcado y que por tanto, se pueden alcanzar mejoras sociales a través de leyes como la Ley de Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política (México); en donde la planilla electoral se mantiene en un 50-50, con representación de las mujeres en las esferas del poder. Sin embargo, un análisis mucho más profundo de esta premisa, nos permite ver que a dos años de su promulgación, este supuesto logro y mejora, no ha logrado cambiar la realidad de un país en donde los feminicidios aumentan todos los años.

Esta Ley, que pretendía un equilibrio en la vida política, económica y social del país, se ha visto fuertemente menguada por la realidad contrastable que las mujeres vivimos en el país, y que no suele ser siempre señalada debido a aspectos como la cultura, la cual permea a las mujeres (incluso muchas que se consideran a sí mismas feministas), para mantenerse en el margen del falso argumento de lo “políticamente correcto” (curiosamente, utilizado de forma incorrecta); evitando así la incomodidad que causa el cuestionamiento y la crítica a un Sistema que además de patriarcal, en México es paternalista.

Es esta «prudencia» de la que tanto nos hablan, una romantización de la sumisión a la que nos vemos expuestas y que tiene como finalidad descafeinar el movimiento feminista en pro de los intereses ya no solo masculinos, sino sistemáticos de un Capitalismo Despiadado en donde las mujeres solo somos un medio de producción gestante.

Nacidas y criadas en una cultura machista, rebosante además de estereotipos y cánones de comportamiento; las mujeres mexicanas hemos aprendido a ser dóciles, sumisas y ante todo, prudentes. Es esta «prudencia» de la que tanto nos hablan, una romantización de la sumisión a la que nos vemos expuestas y que tiene como finalidad descafeinar el movimiento feminista en pro de los intereses ya no solo masculinos, sino sistemáticos de un Capitalismo Despiadado en donde las mujeres solo somos un medio de producción gestante.

De nada sirve tener representantes mujeres en las esferas del poder, si el pensamiento y la cultura de las mismas se mantiene bajo el canon estricto del patriarcado; como ejemplo, María Lilly del Carmen Téllez García, conocida como Lilly Téllez, Senadora desde el 2018, que asumió el cargo en la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión por el partido MORENA (cambiándose luego al PAN, sin sorpresa de por medio), que ha reforzado en más de una ocasión su postura para bloquear el aborto legal en México, pues desde su ideología considera que es algo negativo para la sociedad. ¿Puede, por tanto, una mujer que sataniza y criminaliza el aborto, una lucha feminista que lleva décadas en el país, ser parte del motor de cambio que necesita el país?

No, porque el ser mujer no significa que sea feminista; y el feminismo liberal, ese con el que se reviste la derecha en un intento de sonar progresivo para una sociedad poco informada, tampoco lo es. 

Rebosantes en micromachismos y apelando a la alineación, el feminismo político en México se encuentra reducido a una visión “prudente” y liberal, en donde el fin no es realizar cambios, sino adaptarse y poner parches que sirvan para adormecer la incomodidad que el feminismo les representa, aludiendo así al purplewashing que ciertas marcas realizan en sus productos con el fin de sonar más “femifriendly”; una característica, por cierto, propia del Neoliberalismo.

En la actualidad, la toma de conciencia de las mujeres como grupo en contra de la opresión, la violencia sexual, la subordinación y la explotación, no busca, como falsamente se nos ha dicho, la igualdad de hombres y mujeres, un discurso que suele utilizarse para introducir términos aberrantes y poco estudiados como “igualismo” en los círculos feministas; en cambio, desde el feminismo, estamos conscientes de las diferencias que existen y las celebramos; pero sin dejar de apelar por una equidad que permita que tanto hombres como mujeres seamos libres en pleno derecho.

Pero, ¿a qué se refiere esto del cambio objetivo? Para ello tendremos que hablar de los dos tipos de feminismo que hoy en día representan una división política.

"Feminismo liberal" o feminismo patriarcal

El feminismo liberal, nacido en el siglo XIX en Europa, tenía como fin la conquista política. Con una base teórica en el liberalismo económico y político, también se vincula con el individualismo económico y por tanto, dirigido a las esferas de poder. 

El movimiento sufragista, sin embargo, tampoco se quedó con la visión estrecha del derecho al voto, como suelen señalar los detractores del feminismo que apelan ya hemos logrado nuestra cumbre; pues también buscaba el derecho de niñas y mujeres a la educación, los derechos laborales, la implicación económica y política y en general, todo lo que significa pertenecer al Sistema;  algo que para el siglo XIX, era completamente necesario; pero que en la actualidad se queda corto ante la opresión sufrida por el sexo.

En la actualidad, el feminismo liberal apela que las mujeres sufrimos solo una desigualdad y no una opresión y explotación, postulando como el Sistema no sufre de averías, y que éste puede ser simplemente mejorado para evitar esas brechas; por ejemplo, logrando que a las actrices blancas de Hollywood que ocupan lugares de mujeres de distintas etnias, les paguen la misma cantidad de millones de dólares que a sus coprotagonistas masculinos.

Feminismo Radical o Movimiento de la Liberación de la Mujer

Y es aquí cuando el feminismo comienza a cuestionarse con preguntas como: ¿Todas las mujeres desean ser madres o es una imposición social? ¿El amor romántico es una forma de esclavizar el deseo femenino? ¿Es el concepto de mujer una forma de opresión patriarcal?

Desarrollado a finales de los sesentas y principios de los setentas con obras fundamentales como la Política Sexual de Kate Millet y La Dialéctica de la Sexualidad de Sulamit Firestone, el feminismo radical, perteneciente a la segunda ola, se armó con las herramientas teóricas del marxismo, el psicoanálisis y el colonialismo, para generar un análisis a conceptos como Patriarcado, Género y Casta Sexual; siendo además las pioneras en revolucionar la teoría política al analizar las relaciones de poder que estructuran la familia y la sexualidad, sintetizado en el slogan: lo personal es político. 

El feminismo radical, a diferencia del liberal, pretende cambiar el Sistema de raíz; algo que por sí mismo causa incomodidad en una sociedad que, me atrevo a señalar, no es cómoda, sino perezosa al momento de luchar por sus derechos; por no decir que apelando a su clasismo y a su idea de dominación, prefiere vivir alienada antes de aceptarse como una clase oprimida, obrera, baja. 

No es suficiente, por tanto, el derecho a votar ni a ser votadas; dado que debemos cuestionar y criticar lo personal para obtener respuestas. En México, no es de extrañar, los fetiches de consumo se utilicen para creerse clase media por tener un iphone; igual que sentirse feminista, por disfrutar de prácticas sexuales no convencionales.

Partiendo como hecho a que el Sistema Patriarcal explota la capacidad reproductiva de la hembra humana, las feministas radicales abogan por la abolición de conceptos como género —diferenciándolo de rol de género y expresión de género—, señalando que esta es una imposición que el Sistema decide colocarnos a todas las mujeres al nacer para que seamos aceptables para el Sistema, con el objetivo no solo de enriquecerse a partir de la explotación del cuerpo femenino, sino de mantener un control en la población con estereotipos de género que hacen una diferencia entre el masculino y femenino, colocando en las mujeres etiquetas como sumisa y abnegada; e incluso, romantizándolas, llamándonos amorosas y sentimentales con el fin de seguir ejerciendo esa opresión.

Porque el egoísmo, si no viene con testículos, es cosa del diablo. Las mujeres debemos aprender a pensar en el otro antes que en el yo.

Los micromachismos están siempre presentes y es algo que podemos ver en conmemoraciones como el 8M y el Día de la Madre; en donde se nos llama dadoras de vida, prodigiosas unicornias capaz de convertir cualquier cuchitril en hogar, y se nos señala como seres “superiores” que a través de sentimientos de amor y adoración —nota aquí para la imagen de la Guadalupana, pues la Iglesia Católica es una fuerte determinante en el pensamiento del mexicano promedio—, somos capaces de poner a otros por encima de nuestros intereses individuales.

Porque el egoísmo, si no viene con testículos, es cosa del diablo. Las mujeres debemos aprender a pensar en el otro antes que en el yo.

¿Por qué el Feminismo Liberal representa una amenaza para el movimiento?

A simple vista parecería que el feminismo liberal no es ninguna amenaza; sin embargo, esto solo puede ser aceptado desde un punto de vista superficial que deja de lado la raíz propia del movimiento. Ahí, donde el feminismo radical piensa en colectivo y en interseccionalidad —una herramienta feminista, no una “rama del feminismo”—, el feminismo liberal se centra en la postura tibia e individualista, más cómoda dentro del Sistema, y por tanto más aceptable.

Un caballo de Troya. El Capitalismo tiene, entre muchas formas de aceptación, el tomar los movimientos divergentes y revolucionarios bajo su ala para venderlos dentro sus propias premisas, algo que podemos observar con el mismo concepto de Revolución. No es de extrañar, que con esta clase de poder, movimientos como el punk se convierten en estandarte en las películas de cierto ratón de monopolio. De la misma forma, el feminismo muta a ser socialmente aceptable, cuadrándose bajo la hegemonía patriarcal.

bell hooks (en minúsculas), feminista afroamericana, señala como a través del feminismo liberal, el esclavo representado por la mujer, aspira a convertirse en el amo. Es, el feminismo blanco burgués, el que aspira a tener la posición del hombre blanco heterosexual desde su individualidad, sin contar cómo al seguir manteniendo este sistema patriarcal, las mujeres que son oprimidas no solo por su sexo, sino por su raza y clase, seguirán manteniendo el lugar de esclavo en el Sistema.

Las tareas mal o nada pagadas, la doble jornada, la obligación de la esposa, el cuidado de los enfermos, de los hijos, de la comunidad, e incluso de otras minorías; siguen siendo atributos que se destinan a la mujer dentro de un feminismo liberal que no cuestiona al capitalismo; pues sigue necesitando a mujeres pobres y migrantes para ser siervas de la clase dominante.

Pero el sistema no se ha detenido ahí. Bajo la premisa que, si mantenemos los cánones de comportamiento de siempre desde el empoderamiento, lo transformamos en feminista; el movimiento liberal se ha encargado de desviar la atención en la agenda feminista de puntos en el cual la radicalidad es clara. Un ejemplo de esto es la abolición de la prostitución y la pornografía; pues mientras que el feminismo radical aboga por su eliminación, el feminismo liberal pretende mantenerlo con la premisa que “a algunas mujeres puede gustarles y nadie debe decidir por ellas”, como si la excepción a la norma debiera ser parte de una licencia que oprime y esclaviza a millones de mujeres en el mundo, especialmente mujeres inmigrantes, de clase empobrecida o víctimas de abuso y violencia; alimentando la trata de blancas, la sexualización, la cosificación, las falsas expectativas sexuales e incluso, la pedofilia, con la infantilización en la industria pornográfica.

Es su “sí” al hombre, lo que la convierte en feminista. Es la aceptación de los cánones y estereotipos patriarcales, desde su “decisión”, lo que la lleva a la feminidad.

Este Caballo de Troya que comenzó a infiltrarse en los años veintes y que culminó con la “revolución sexual”, nos ha llevado a crear la imagen de la “feminista liberal” (socialmente aceptada) a través de los fetiches masculinos de aceptación. Por un lado, tenemos a la feminista radical: obesa, con el cabello pintado de colores, pelo en las axilas y tendencia lesbiana; mientras que la feminista liberal obedece a la imagen de la femme fatale, bella, alegre y sensual, empoderadas en tacones y con lápiz labial; chicas liberadas y transgresoras cuya revolución sexual está en aceptar siempre los avances masculinos. Es su “sí” al hombre, lo que la convierte en feminista. Es la aceptación de los cánones y estereotipos patriarcales, desde su “decisión”, lo que la lleva a la feminidad.

Con la emancipación de la mujer, el patriarcado refuerza su estructura ideológica como forma de resistencia. El porno, la cosificación, la belleza, la feminidad y el romanticismo. Este neoliberalismo sexual, es una forma en la cual la ideología de belleza, cosificación y sexualización femenina sirve para mantener a las mujeres en un lugar subordinado; vendiéndoles así la idea de la libertad a través de cumplir con los caprichos masculinos con el falso slogan de: “conseguir que los hombres hagan aquello que tú quieres”; una treta utilizada para que las mujeres recibamos tratos humillantes nacidos de la falsa expectativa de la industria porno, señalando que es “empoderante” si se hace por elección; e incluso,  atreviéndose a afirmar que la pornografía puede ser feminista, si se cambia el enfoque de grabación, como si la sexualización se terminara solo al cambiar el sexo del director.

El feminismo liberal, posmoderno, blanqueado, no es un feminismo; es una reacción patriarcal que se inició durante el siglo XX como un intento de contener el avance feminista; el cual siempre ha sido un movimiento radical que lucha por la transformación de las estructuras políticas, económicas y culturales; y no solo como un concepto —feminidad— que es adquirible como un estilo de vida del mercado capitalista, cargado de sensualidad y glamour. Las mujeres no hemos decidido nacer mujeres. Las mujeres no decidimos nuestra propia opresión.

Por supuesto, liberarse de esta carga ideológica es difícil. Las mujeres tenemos que hacer una deconstrucción doble para lograrlo, liberándonos de la alienación patriarcal, pero también de la alienación capitalista; alcanzando así la conciencia de clase y género; un binomio indisoluble que sólo puede alcanzarse a través de la actitud crítica en contra del discurso patriarcal y hegemónico.

El verdadero feminismo tiene que ser forzosamente reaccionario y revolucionario, dado que aspira a emancipar a todas las mujeres, no solo aquellas que tienen privilegios por raza y clase; pues nuestro sujeto político es mujeres, en plural, entendiéndose que no todas sufrimos la misma opresiones, pero manteniendo como todas sufrimos opresión por nuestro sexo; por tanto, declararse “feminista” por vestir una playera Girl Power, con un precio de 25 dólares, sin tomar en consideración que ha sido hecha en Taiwán por una niña de ocho años explotada, no es feminismo; porque el movimiento no busca la estética, sino la liberación de todas las mujeres, sin importar nuestra raza y clase.

Por supuesto, liberarse de esta carga ideológica es difícil. Las mujeres tenemos que hacer una deconstrucción doble para lograrlo, liberándonos de la alienación patriarcal, pero también de la alienación capitalista; alcanzando así la conciencia de clase y género; un binomio indisoluble que sólo puede alcanzarse a través de la actitud crítica en contra del discurso patriarcal y hegemónico, no desprendiéndonos de nuestra feminidad (entendida como la expresión de ser mujer, individual, subjetivo a cada una de nosotras), sino al género que oprime.

Una mujer, por tanto, puede desear ser madre y no por eso dejará de cuestionar la maternidad obligada, la falta de aborto legal, el concepto de familia; podemos ser mujeres heterosexuales y criticar la idea del amor romántico como constructo, las relaciones de poder en una relación, y la misma heterosexualidad. Una idea no está peleada con otra, pues es necesaria esta reflexión para poder tener un concepto no sólo del yo, sino de lo que significa ser mujer, por sí mismo.

El objetivo es abolir la problemática de raíz, en contraposición a la modificación de lo ya existente como pretende el movimiento liberal, el cual si tiene la posibilidad de acceder a auditorios, foros, poder y dinero; algo que podamos observar a través del purplewashing que hacen muchas marcas y claro, partidos políticos —te estoy viendo a ti, PAN—, para apropiarse de ciertos conceptos feministas con la idea de vender una ideología que no poseen, tampoco practican.

No, el feminismo no es una ideología. Es un movimiento social y político, revolucionario, que tiene como obligación ser incómodo y reaccionario, dado que su base tanto como su objetivo, se encuentran en disonancia con el status quo y por tanto, con la comodidad del sistema patriarcal capitalista que busca en la alienación, una forma de mantener sometida a la sociedad.

Si no incomodamos, no somos feministas. Y si no estamos en contra del Sistema, tampoco.

Mi lista RadFem en Spotify, por si quieres ambientar tu lectura.

Glosario

  • Alienación: Interiorización del sistema del grupo opresor hasta el punto de compartirlo y reproducirlo. El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los oprimidos (Simone de Beauvoir).
  • Androcentrismo: Visión del mundocentrada en el punto de vista masculino, el hombre biológico.
  • Cosificación: Despojar de su condición de sujeto humano a otra persona, convirtiéndola en un objeto pasivo.
  • Deconstrucción: Proceso de evaluación interna con el fin de identificar y desaprender actitudes negativas adquiridas a través de la socialización.
  • Empoderamiento: Proceso con el cual el individio oprimido se vuelve fuerte.
  • Género: Construcción social atribuida al patriarcado que se establece a través de roles concretos y diferenciados para hombres y mujeres, dándoles características impuestas y determinadas al sexo biológico, desarrollando así desigualdades culturales e históricas.
  • Expresión de Género: Es la forma en la cual cada uno, de forma subjetiva, decide expresar su masculinidad o feminidad. Esto no es obligatorio al estereotipo establecido.
  • Rol de género: Alude al conjunto de normas sociales y comportamentales generalmente percibidas como apropiadas para los hombres y las mujeres en un grupo o sistema social dado​ en función de la construcción social que se tiene de la masculinidad y femineidad.​
  • Micromachismos: Comportamientos machistas sutiles y normalizados que normalmente pasan desapercibidos o se toman como inofensivos.
  • Paternalismo: Reproducción de los comportamientos de autoridad típicos asociados al modelo o rorl de padre de familia tradicional, en otro tipo de relaciones sociales.
  • Patriarcado: Sistema basado en la desigualdad en donde el masculino biológico ostenta el poder de las esferas política, económica, educativa y social; así como también es el encargado de definir el género, el rol de género y la expresión de género socialmente aceptable. En el feminismo radical, este patriarcado surge a través de la explotación del cuerpo femenino.
  • Radfem: Feminismo relativo a la raíz, con un modelo crítico anticapitalista y abolicionista, que luchca contra la construcción social de la feminidad, considerada la raíz del problema que genera desigualdad, opresión y machismo.
  • Purplewashing: Del inglés purple (relativo al feminismo) y whitewash (blanquear). Es un término que se utiliza para referirse al conjunto de estrategias cocn la cual una empresa o institución hace un lavado d imagen feminista por marketing.

Referencias

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4 Comentarios

  1. Anónimo23/8/21

    EN TODO MOVIMIENTO REINVINDICATIVO HAY EXCESOS Y DESAVIOS DE LOS OBJETIVCOS P0ROPUESTOS INCIALMENTE. dESSDE LOS EXCESOS DEFORMACIONES INTERPRETATIVAS Y QUE DISFRAZAN A LAS REACCDIONARIOS.oTROS ASPECTOS QUE NO SE TIENE EN CUENTA ES EL PROBABLE FUTURO COMPORTAMIENTO MASCULINO ANTE LA NUEVA PRESENCIA DE UDS.. sI BIEN SOSTENEMOS CONSINSERIDAd y simpatia vtra.lucha llevamos sobre ntros. la carga machista que podr{a eclosionar enenfermedades por falta de adecuacion a las nuevas circunstancias. La [dedicacion¨* y abnegacion amorosa tambien lo relaciono, aqui en la Argentina, con la falta de /vocacion docente cuando hacen huelga por suas saLARIOS, O SEA SUMISION ABSOLUTA Y TRABAJO CASI GRATUITO .

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    1. Definitivamente, en toda lucha hay un momento en donde debemos hacer un exámen de consciencia para saber si cumplimos con los objetivos; sin embargo, el problema masculino es algo que no queda en manos del feminismo; pues nuestro sujeto político es la hembra humana biológica, por encima de cualquier otro individuo.

      ¿Podrías hablarnos más respecto de tu última afirmación? Sería muy bueno para nuestros lectores entender cual es la realidad por la que atraviesa Argentina.

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  2. Así como los hombres no podemos ser feministas, como algunos políticos pregonan y en esa confesión dejan claro su desconocimiento del movimiento, el machismo también permea a las mujeres, sin duda, el patriarcado es un sistema metido hasta la médula.

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    1. Por supuesto. El ser mujer no te hace feminista, automáticamente; y el machismo, al ser parte de un sistema, puede permear a ambos sexos.

      Algo que no me gusta resaltar en el escrito para no perder la objetividad; pero que resulta importante, es señalar que el feminismo no está en contra de los hombres; sino en contra del Sistema. Y eso, claro, es una lucha contra la opresión, base de toda dialéctica.

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