Una obra de arte no está ahí para ser comprendida, sino para provocar una disonancia, para disgustar, para incomodar. ¿Pero si una obra transgresora triunfa en el mercado, entonces traiciona su objetivo? La economía y por ende la estética han empujado al arte hacia contenidos que antes no existían. El arte lleva en su vientre su propia emancipación y la emancipación de la sociedad que representa. El arte escandaliza, cuestiona, provoca; se transgrede a sí mismo y se reinventa dialécticamente. El arte muere constantemente para renacer estéticamente nuevo.
Vivimos una realidad social, artísticamente cuadrada, alienada, light, donde todo parece tener precio según el mercado; entre más exquisito el lugar, el glamour, la apariencia, el cartón, lo correctamente estético, entonces pareciera mejor ¿Nos queda la vanguardia, la trinchera de tomar al arte como una herramienta de raíz y de protesta? No sabemos si un poema tiene la fuerza de cambiar al mundo, pero, al menos, lo puede poner entre paréntesis.
Una experiencia artística puede provocar un cuestionamiento, despertar la sensibilidad, un razonamiento, que rompe la lógica cotidiana y nos conecta con otra dimensión de la belleza. Es posible que el arte no sirva para nada, en especial porque nos permite dejar de pensar que todo tenga que servir para algo o para alguien.
Apuntes tomados de una clase de estética con el filósofo argentino Darío Sztajnszrajber, donde me permitió intercalar unos largos momentos de silencio a través del ordenador.
Apuntes tomados de una clase de estética con el filósofo argentino Darío Sztajnszrajber, donde me permitió intercalar unos largos momentos de silencio a través del ordenador.
1 Comentarios
Me encantó, el arte como herramienta de protesta.
ResponderEliminarUna vez escribí: "el arte como herramienta revolucionaria y expresión del contexto en el que vivimos, una función fundamental que debemos propagar".