¿Para qué sirve el arte?

En estos tiempos oscuros todos vamos redefiniendo el concepto de arte. Se valora una obra por las ideas que representa y las actitudes que provoca. Las obras de arte son maneras de expresar ideas, deseos, temores, opiniones o críticas. ¿Qué le queda pues al arte después de morir en la postmodernidad? ¿Sera que en la oscuridad anide dentro del arte el carácter de denuncia? ¿El arte es una resistencia contra el orden establecido? En la sociedad de consumo debe alertar contra la alienación que las industrias económicas transnacionales y culturales ejercen sobre la ciudadanía. 

Una obra de arte no está ahí para ser comprendida, sino para provocar una disonancia, para disgustar, para incomodar. ¿Pero si una obra transgresora triunfa en el mercado, entonces traiciona su objetivo? La economía y por ende la estética han empujado al arte hacia contenidos que antes no existían. El arte lleva en su vientre su propia emancipación y la emancipación de la sociedad que representa. El arte escandaliza, cuestiona, provoca; se transgrede a sí mismo y se reinventa dialécticamente. El arte muere constantemente para renacer estéticamente nuevo. 

Vivimos una realidad social, artísticamente cuadrada, alienada, light, donde todo parece tener precio según el mercado; entre más exquisito el lugar, el glamour, la apariencia, el cartón, lo correctamente estético, entonces pareciera mejor ¿Nos queda la vanguardia, la trinchera de tomar al arte como una herramienta de raíz y de protesta? No sabemos si un poema tiene la fuerza de cambiar al mundo, pero, al menos, lo puede poner entre paréntesis. 

Una experiencia artística puede provocar un cuestionamiento, despertar la sensibilidad, un razonamiento, que rompe la lógica cotidiana y nos conecta con otra dimensión de la belleza. Es posible que el arte no sirva para nada, en especial porque nos permite dejar de pensar que todo tenga que servir para algo o para alguien.


Apuntes tomados de una clase de estética con el filósofo argentino Darío Sztajnszrajber, donde me permitió intercalar unos largos momentos de silencio a través del ordenador.





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1 Comentarios

  1. Me encantó, el arte como herramienta de protesta.
    Una vez escribí: "el arte como herramienta revolucionaria y expresión del contexto en el que vivimos, una función fundamental que debemos propagar".

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