En esta vida, hoy, he tenido dos bromas recurrentes; la
primera es mencionar que haré un libro de poemas épicos (con rima medida por un
bernier y a plomo) ensalzando la vida y obra de un presidente municipal,
alcalde o gobernador; ir a pedir recursos a su administración para imprimirlo,
seguro me los dan, hacer mucho ruido en redes sociales y esperar la
presentación con invitados especiales; en ese momento soltaría la libre, daría
paso al Performance donde les mostraría a los presentes que esos poemas
están decodificados a suerte de crítica y buscando ofender al de arriba. Ahí,
todos, lloraríamos, nos abrazaríamos, mientras que el presidente municipal o
gobernador sacando espuma por la boca, sería hermoso.
¿Por qué digo esto? Para señalar quién vela por la administración
cultural en tu localidad.
¿Conoces el esquema? ¿Sabes dónde está la cabeza de
administración del área de artes o de cultura? ¿Quién es el director o jefa de
dicho puesto?
Cuestiónalo… y muy en serio.
Los aspectos culturales, bailes, conciertitos, exposiciones,
impresión y presentación de libros se han dado por compadrazgo si ese producto artístico
dará votos, si puede subirse el presidente municipal a decir "¡viva la
cultura!" aunque no tenga ni la más remota ni putrefacta idea de lo que
eso significa.
El mayor producto artístico entregado por instancias
gubernamentales es gestionado por otros, no es que se pongan a
"investigar" el fortalecimiento de una identidad cultural para
fomentar un pensamiento crítico saludable y, con ello, cultivar herramientas de
formación humana sobre sus decisiones políticas; obvio no, no lo hacen ni lo
harán. Sólo buscan sumar “corcholatitas” que brillan mucho ante los verdaderos
soles, los creadores.
De ahí la broma recurrente, de clavarles la trampa con un
proyecto zalamero y en su presentación revelar que todo fue un juego macabro
para ridiculizar al de arriba.
¿Qué hace falta en las administraciones culturales? Que dejen
de darle paso los compadrazgos, a los amiguismos a esa presión protofascista
(sí, esa de "siempre lo hacían, de años siempre hacían eso y así debe ser porque
lo nuevo y de fuera es malo, quemará nuestras cosechas, se robarán a nuestra
mujeres y arrojará a los bebés por las murallas") según, porque es lo
correcto cuando fueron pequeños niños quienes secuestraron las áreas
gubernamentales de arte y de cultura para su beneficio propio, peor aún,
secuestran las administraciones cultuales para su egoteca, ni siquiera es un trampolín
político o económico, sólo buscan alimentar su pobra egotequilla para sentir
que valió la pena vivir su vida. ¿No me creen? Observen cuánta gente
"defensora de las raíces y buenas costumbres existen" y que señalan
duramente lo nuevo como algo satánico, cuánta gente que odia lo ajeno, aquello afuera
de su día a día, eso que debe (para ellos) seguir invisible porque no les
gusta. ¿No me creen? Observen.
Las administraciones de cultura a nivel gubernamental, al
menos, a nivel estatal y municipal, carecen de la idea de investigar, sondear a
su comunidad para generar mapas de acción dentro una traza urbana especifica,
conociendo los hitos, los nodos, los barrios, bordes y sendas (Kevin Lynch); crear
un paquete de radiográficas sociales para fortalecer la identidad, enfocarla
y/o permitir la exploración artística. No porque siempre se ha matado a un
gallo a naranjazos en Semana Santa, significa que debe seguir haciéndose, con
la excusa de "el abuelo de mi abuelo lo hacía".
Analizar de manera objetiva los proyectos para que
contribuyan con la sociedad y coadyuven con otras instancias para seguir
formando herramientas dentro de las experiencias artísticas. Vamos, diez
personas bailando en una tarima, ¿qué? ¿Eso cómo impacta en la sociedad? ¿Cómo?
Poner a tres personas a contar chistes y poemas, ¿cómo contribuye a la sociedad?
¿En qué aporta? ¿Cómo se unifica? Para ello, quienes tienen a su carga gestión cultural
en el esquema de gobierno deben comprender los fenómenos sociales palpitando en
las calles y no sólo guiarse por un grupo reducido de personas que no
representan a nadie.
Seamos francos, las personas necias que buscan se sigan
realizando acciones artísticas sin mover nada, como antes se hacían cuando eran
infantes, vamos, seguir defendiendo el discurso de las raíces sagradas del
pueblo ante la venia divina de ese dios que nos observa desde esa cúpula
celeste, son personas con edad arriba de los 60 años, incluso más. El Papa
Francisco ha expresado que el fin del catolicismo será por la mano de las
personas viejas que impiden la exploración religiosa a los jóvenes, palabras
más, palabra menos; lo mismo pasa acá, en este tema, la gente mayor con costumbres
recalcitrantes y obsoletas no les permiten a los jóvenes nada, no permiten nada
ajeno a sus costumbres constumbrinosas.
Eso, por la parte del secuestro por las buenas costumbres a
las áreas gubernamentales de cultura; lo otro, es el pésimo desarrollo de
gestión, siempre con la excusa de "no hay dinero", "no hay
recursos", "no hay algo..." y se entiende, somos
latinoamericanos no privilegiados, sabemos lo que significa el "no
hay" y el "no se tiene", lo sabemos, lo vivimos en el día a día
y seguimos dando pasos, sobreviviendo, eso lo sabemos muy bien. ¿No acaso, por
ser instancias dentro de una estructura de gobierno, deben conocer ese organigrama
para saber cómo gestionar? Digo, estás dentro de un algo, es obvio que debes
saber a quién dirigirte, qué hacer, cómo avanzar entre áreas; se supone, pero
no, sólo no hacen nada.
¿Acaso no son creativos o artistas las personas involucradas
en las áreas de arte? Se supone, mínimo, podrían resolver problemas y necesidades
mediante el diseño, digo, son creativos, ¿no? Se da por entredicho que van con
esa bandera, además, de la experiencia para dar pauta a resolución de
conflictos y desarrollo de propuestas, ¿no? Mover material, mobiliario,
generar, proponer soluciones, ser facilitadores, vamos, ¡son creativos, no?
No lo hacen, no les interesa. La nueva excusa es "es que
el presidente municipal no ha dado la orden"; claro, porque ven las áreas
para administración cultural como una cajiota que existe y mueven para generar
votos, algo viejo, obsoleto y de muy mal gusto, debo mencionar; aunque bien podría
señalar a gobernadores, alcaldes, presidentes municipales como ignorantes que
se revuelcan en su propia mierda de egolatría. Es la verdad, acérquense a sus
instancias enfocadas en arte y cultura, pregunten, vayan, inspeccionen, cuestionen;
no estoy mintiendo. Se darán cuenta de todo esto. Exijan, son áreas que a
ustedes les pertenecen, no a un grupúsculo ignorante que hace cosas a su
conveniencia para su diminuta egoteca.
La segunda broma recurrente es tomar Jerusalén por la fuerza,
me gusta lo absurdo, tal vez por eso sigo luchando activamente desde varias trincheras
y escribiendo para generar un espacio administrativo dentro de las instancias
de cultura, medianamente, digno y que represente a la gente y no sólo la silla
que gobierna.
Tuve temor de las represalias por expresar estos puntos,
señalarlos; tuve temor por ello, ahora, pueden meterse sus represalias por el
poto o como mejor les convenga para generar votitos o hacer como que hacen
cositas para justificar su existencia. Ya no me interesa. Aclarando, el título de esta opinión se ha escrito para no llamar tu atención, bien se pudo colocar algo más estridente.
Luis Antonio González Silva (@cuervocaos) para Palabra
Divergente
Fotografía en la publicación por Kelly Sikkema (@kellysikkema)
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